La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Como colombiano solo se debería poder amar a James. Ningún futbolista —con el permiso del Tigre— nos ha dado tanta alegría. Ese gol suyo a Uruguay todavía me retumba en las orejas. Sin embargo, a pesar de la deuda implícita que tengo con él, desde que llegó al Real Madrid lo he resistido, no por su fútbol, pues negar su talento me es imposible, sino por sus formas. Por su transformación, por su arrogancia, por sus celebraciones egocéntricas (de goles que grité con el alma), por sus berrinches desmedidos, por sus declaraciones retadoras y por sentirse más que sus compañeros de Selección.
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No puedo decir que su suplencia y su posterior salida del Madrid me alegraron, pero acepto que nunca me parecieron discutibles. Quizá caí en la trampa de la prensa malintencionada, no sé. Me parecía normal: Kroos y Modric estaban mejor y James no cumplía los requerimientos tácticos del sistema del entrenador. El problema no era de Zidane sino del “niño malcriado que quería jugar de 10 clásico en el Real Madrid”. Luego, su llegada a Alemania la miré con escepticismo. Si en el Madrid no encajó, ¿por qué habría de hacerlo en el Bayern?, un club tan exigente como el primero y en el que la falta de sacrificio y enjundia es un pecado capital.
Y peor cuando se fue Ancelotti y llegó Heynckes; se fue el padrino de James, el viejo bonachón, y llegó un conocido de la casa. Un técnico serio, de fútbol pragmático, del que honestamente se podía esperar cualquier cosa. Lo único que sabíamos con certeza era de su predilección por Thomas Müller, competencia directa de James. Glup.
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Hoy, casi siete meses después, James nos cerró el pico a los incrédulos. No solo se convirtió en una ficha clave para su entrenador, sino que ha demostrado una capacidad de adaptación antes impensada. Desde su llegada hasta hoy —y sobre todo después de la lesión de Thiago a finales de noviembre— Heynckes lo fue alejando paulatinamente del área y el 11 pasó de ser un mediapunta puro a convertirse en un volante de ida y vuelta de esos que exige el fútbol moderno.
Jugando más atrás ha mostrado unos números impresionantes que dan cuenta de una transformación y de la adquisición de un compromiso táctico-defensivo notable. Hasta la fecha ha hecho cinco goles y es, empatado con Müller y Kimmich, el máximo asistidor del equipo en Bundesliga. Los tres han hecho nueves asistencias, la gran diferencia es que James ha jugado muchos menos minutos; 700 menos que Kimmich y 500 menos que Müller.
Desde que arrancó la segunda vuelta de la Bundesliga —que fue cuando su entrenador comenzó a ponerlo decididamente de volante interior—, James ha corrido un total de 10,5 km por partido; y si se ajustara su distancia recorrida a los (pocos) minutos que ha podido disputar debido a sus problemas físicos, está cifra ascendería a los 11,6 km. Números a los que honestamente no nos tenía acostumbrados y que hablan de absoluto compromiso con la idea de juego de su equipo y la propuesta de su entrenador
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Su técnico está encantado y se lo ha hecho saber. Recientemente dijo que la gente del común no veía que James siempre estaba dispuesto para defender. Además, destacó su integración al grupo y afirmó que el jugador ya había entendido que a veces simplemente le tocaba salir y que eso no tenía nada que ver con su rendimiento individual. Toda Alemania está encantada con él y son varios los portales de fútbol, como los reconocidos transfermarkt.de y weltfussball.de, que al día de hoy lo destacan como el mejor jugador de lo que va de la Bundesliga.
En en el Bayern, James está mostrando su faceta más completa, la de jugador de toda la cancha, esa que le faltó para convencer a Zidane. El talento siempre lo ha tenido y el problema no era físico. Era mental. Tenía que pasar por el suplicio que fueron sus últimas dos temporadas en Madrid para espabilar. Madurez, esa parece ser la gran diferencia. Sí, me ha tapado la boca.
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Ghana Soccer Net