Con intimidad y pasión, con el recuerdo caliente, un hincha rojo nos recuerda el lunes más feliz de su vida.
Las cosas no serían fáciles ese fin de semana. No me preocupaba tanto el clásico sino mi vida el lunes en el colegio. Otra vez Uribe tratando de humillar. Otra vez Uriel, el profesor de Química, con sus chistes malos. Otra vez Barrera y Suescún esperando a que yo pisara la cancha para imitar los goles de Millonarios jugando al ‘Pocillo’ Díaz y Jair Abonía.
A pesar de haber estudiado en el Gimnasio Moderno, el colegio donde nació Santa Fe, se contaban con los dedos los hinchas rojos. ¡Que épocas difíciles!. ¡Que clásico nos tocaba!. Ni más ni menos que Óscar Córdoba, uno de los mejores arqueros en la historia del fútbol colombiano, debutaba con los azules. También el uruguayo Peter Méndez y el argentino Cufaro Russo. ¡Ay mamita, que nos ayuden los dioses del fútbol!
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Fue un domingo 23 de febrero de 1992. Tarde soleada de un año bisiesto –¿Quién lo olvidaría?—. Toda la fecha se jugaba a las 3:30. Occidental general, la ruana del viejo para sentarnos y a lo que venimos: a sufrir.
No había tribunas designadas para los hinchas en ese tiempo. Unos al lado de otros. Más azules que rojos como suele suceder y en Oriental, la primera señal de unos saltarines que se convertirían en la Guardia Albiroja Sur.
Al comienzo del primer tiempo Millonarios se adueñó del balón. Mis vecinos inflaban su pecho y hablaban, con la arrogancia de siempre, de sus nuevos refuerzos. De los títulos que llegarían. En estas estaban cuando llegó el primer gol; GOL del “Pocillo” para Millonarios y ellos batían sus brazos como alas simulando volar. Y yo, pensando en hacerme el enfermo para no ir al colegio.
Recuerdo al ‘Profe’ Pinto, hoy técnico de la Selección de Honduras, que dirigía a Santa Fe, gritando como un loco. Millos seguía con el balón y en un descuido defensivo, Daniel Tilger, mejor jugador que comentarista, empató para Santa Fe. Si soy sincero, firmaba el empate. Que esto termine ya y mañana tranquilos para el colegio. Papá decía que lo ganábamos. Años después, Tilger me contó que lo mismo le decía Adolfo el ‘Tren’ Valencia en el camerino en mitad de tiempo: “Poneme a correr hermano, son unos muertos y les hacemos varios”
De lo que sigue después es mejor que no se enteren los jóvenes hinchas de Millonarios. Les aconsejo dejar de leer. De hecho, si usted es menor de edad, debería tener prohibido continuar con este texto. Algunos noticieros de la época tuvieron que mostrar las imágenes fuera de un horario familiar. ¡Atención! Esta crónica roja está cargada de escenas llenas de magia por un lado y vergüenza por el otro!
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Y es que no fueron uno, ni dos, ni tres… Con papá no parábamos de abrazarnos y celebrar. No había tiempo ni de mirar a los azules que tantas veces nos celebraron los goles en la cara. Esta vez no. Sus picos se habían cerrado, sus brazos habían parado de batir, su pecho ya no estaba inflado. Pero esta vez no valía la pena perder tiempo con ellos. El ‘Tren’ cumplió su promesa de camerino y se aseguró de driblar a todos antes de anotar dos veces. (Los alemanes que se fijaron en James estaban en el Campín esa tarde). Por su parte Daniel Tilger, en debut soñado, les hizo un hattrick. Y es que no fueron cuatro, ni cinco. Pacho Wittinghan y Fredy Hurtado también marcaron para el ‘Expreso’. Tampoco fueron 6… fueron 7 los goles con los que les dimos la bienvenida al torneo.
Esa noche, viendo la repetición de los goles en el noticiero, me enteré que el resultado final fue 7-3. De los goles de Millos no me acuerdo. Lo que me acuerdo, como si fuera ayer, es que ningún lunes de la vida tuve tantas ganas de ir al colegio.
El autor de este escrito hizo posible esta serie, en la que ‘El Tren’ lo cuenta todo.
Foto:
Historiadesantafe