Stéphanie Frappart será la primera mujer en pitar una Supercopa de Europa en el partido Liverpool vs. Chelsea.
“Bienvenida al State de la Licorne, Madame Frappart. ¡Vivan las mujeres en el fútbol!”. Así recibieron a Stéphanie Frappart en abril, cuando se convirtió en la primera árbitra en pitar un partido de la Ligue 1. El fútbol, siempre tan hostil con los árbitros y las mujeres, por fin se está reconciliando con ellas.
En la final de la Supercopa de Europa, Liverpool y Chelsea jugarán para decidir quién es el campeón definitivo del continente y Madame Frappart será la encargada de impartir justicia. Será la primera vez en la historia que una mujer dirija un partido de tal calibre.
Los méritos le sobran. A los 18 renunció al placer de patear la pelota para dedicarse únicamente a correr en la cancha, pitar faltas, conceder goles, expulsar jugadores. Después de hacer historia en ese Amiens-Strasbourg de la primera división francesa, pitó, hace unas semanas, la final del Mundial femenino entre Estados Unidos y Holanda.
Así que quince años después de decidirse por el “machote” trabajo de regular las pulsiones y el brío y la trampa en este juego de caballeros que no son, por fin disfruta del reconocimiento que el fútbol le ha negado con método a las mujeres.
Mañana, con 35 años, Stéphanie Frappart se parará en el centro de ese mundo falocentrico y, por noventa minutos, será la mandamás; definirá el bien y el mal, castigará a los machos barbudos, calmará la pasión de Klopp: validará el triunfo del campeón.
Ella ya sabe que además de estar bajo la auditoría de tantos hombres, listos para condenar cualquier error, también será vista en todo el mundo por millones de y mujeres que la verán y querrán ser como ella. La veremos todos, la verá Faryd, la verán las autoridades de la Liga Águila que deben seguir preguntándose cuándo carajos tendremos la primera juez central en nuestra. A ver si dejamos de decirles niñas.
Foto: Telegraph