La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Ayer me enteré que el fin de semana que pasó te convertiste en el goleador histórico del Shangai Shenhua, el club en el que juegas hace siete años, en otro huso horario, perdido de todos.
Lo primero que hice fue buscar tu gol, proyectando que entraría en el top 5 de los goles colombianos en el extranjero que hacemos en Hablaelbalón, pues contigo uno va a la fija y ya nadie se sorprende con los titulares que cada tanto nos llegan desde China: “Gio Moreno hizo gol de chilena con el Shangai Shenhua”, “el increíble tiro libre al ángulo de Gio en el fútbol chino”, “de no te lo puedo creer: el pase de rabona de Gio con el Shangai Shenhua que no podrás dejar de ver”.
Esta vez el gol fue un golcito del montón, con rebote en el defensa incluido; pero el video del resumen siguió corriendo y entonces me tocó en suerte ver el pase con cuchara que salió de tu zurda rebelde y que causó el penalti que después cambió por gol Fredy Guarín.
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El lujo, la vaselina de L1 + triángulo, me despertó la nostalgia. Y las memorias: tú, elegante como un flamingo, burlándose de todos en el Envigado; yo yendo a verte al Campín con esa sensación extraña de miedo y admiración cuando no creías en nadie ya con la 10 de Nacional; tú en Racing, domingo a domingo, llenando los especiales de lujos de TyC (y Román elogiando tu juego); yo en el Atanasio, avasallado y feliz por tu genio contra Ecuador en las eliminatorias a Sudáfrica: pase gol a Jackson y pase gol a Teo, el segundo con elástica previa: es que nadie era mejor que tú.
De la nostalgia, Gio, inevitablemente pasé al malestar, a la tristeza, pues es fácil fantasear con un mundo paralelo en el que en vez de alquilarte al mercado chino, hubieras explotado tus 190 centímetros de juego sinfonía en el fútbol de verdad. Sí, el fútbol de verdad: tendrías que haber jugado la Copa Libertadores, tendrías que haber probado la miel de la Champions League, tendrían que haberse conmovido con tu fútbol en San Siro, o en el Emirates, o en San Paolo, o en el mismo Madrigal.
En la Selección Colombia, Gio, tendrías que haber estado de lleno en la década feliz con Pékerman, tirado a la izquierda o a la derecha, de media punta, de segundo delantero: tendrías que haber sido el as bajo la manga, nuestro indescifrable comodín.
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Ayer, cuando le conté al editor que escribiría sobre ti, oliéndosela, me sugirió que le pusiera como título a la columna reclamo “Te odio, Gio Moreno”. Lo dijo con tal convicción, que sentí que el reclamo también era suyo, como intuyo que le pasa a muchos más. Así que me despido en plural: Te odiamos, Gio, por llevar tu fantasía a otro mundo, a otro tiempo, por negárnosla a los de acá.
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