Las opiniones de nuestros columnistas no reflejan necesariamente las de Hablaelbalón.
Entender que la decisión de mantener la Liga Femenina no es motivo de celebración requiere de un tipo de hincha. Un hincha de esos que reconoce en las lágrimas del delantero que desperdicia el último penalti, el espejo acumulado de sus propias derrotas.
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Siempre he pensado que el capital político que tiene el fútbol es lo que explica el alcance de su enorme belleza; y que ese conjuro es lo que nos hechiza, lo que nos hace adictos a él. El fútbol es capaz de explicar la historia de un país en la nómina de su Selección; o de diagnosticar los males de una sociedad en las historias que cuentan los equipos del torneo.
Durante el Mundial de Rusia, por ejemplo, muchos celebramos la apropiación que los inmigrantes hicieron de Francia como (su) país; y festejamos que los racistas tuvieran que rendirse ante el juego pícaro y malicioso de Kylian Mbappé.
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La discusión hace rato que dejó de pertenecerle a las futbolistas y al combo Federación-Dimayor; y nos devuelve el reflejo de un país excepcionalmente machista en el que cabemos todos.
¿Tenemos acaso que agradecerle a la Dimayor que nos devuelva un torneo que era nuestro y que coronó al actual campeón de la Copa Libertadores?, ¿por qué la Vicepresidenta felicita a la Dimayor por haber tomado esta decisión de mantener la Liga, cuando los directivos que siguen allá sentados son cómplices del abuso, y conocían las denuncias de acoso sexual de un equipo como la Sub17 integrado por menores de edad?, ¿por qué como sociedad nos parece normal que una jugadora de la talla de Isabela Echeverri declare que “no estaban buscando estar al nivel de los hombres, y que simplemente querían una mejora salarial”?, ¿no es ridículo el gesto de la prensa de acompañar los titulares de la noticia con fotos de las peladas celebrando, cuando les están a penas devolviendo algo que les quitaron por pura extorsión?, ¿le agradecemos a la Selección Masculina de Mayores ese apoyo tan flojo que además llegó increíblemente tarde?
Tal vez somos esos mismos hinchas los que no encontramos un motivo para celebrar la decisión de la Federación y de la Dimayor de devolvernos la Liga; ni encontramos explicación en los medios de comunicación que se precipitaron a atribuirle esa victoria a las jugadoras de fútbol.
La Liga ya existía y la amenaza de acabarla o de convertirla en un torneo recreativo, fue una retaliación a las denuncias que ellas mismas hicieron de acoso sexual, precariedad laboral y censura. Uno no celebra cuando le devuelven algo que le arrebataron violentamente, y mucho menos festeja que los acuerdos sean, por ahora, tan básicos como para garantizarles que no las acosan -cuando eso es un asunto de dignidad humana; o que las dejan seguir jugando, cuando eso es una simple garantía del derecho al trabajo y del ejercicio de su profesión.
Ojalá que las negociaciones sigan avanzando y que los directivos que están hoy sentados renuncien, para que en algún momento tengamos algo que celebrar. Yo sigo creyendo que las metáforas que nos plantea el fútbol iluminan todas las instancias de la sociedad; y que en las lágrimas de esas delanteras, caben hoy todas nuestras derrotas.
Termine con: Colombia está obligada a ganar la Copa América.
Foto: Medium.com