Desde el verano del 2003 cuando Roman Abramóvich compró el Chelsea, el mercado del fútbol se convirtió en un globo de helio que no para de crecer. El dinero es un atajo para construir buenas plantillas, pero sin directrices sustentadas en el juego se convierte en una hoguera de papel.
El fútbol está cerca de cumplir 15 años con los jeques, príncipes y millonarios metidos de lleno en el negocio. Los suficientes para poder empezar a construir una lectura panorámica y completa de este fenómeno. El desembarco de capitales de Rusia, China y oriente medio es imparable. Hace un mes el grupo chino Sport Investment Luz le compró a Berlusconi el 99,99% del Milan. Una de las reliquias del fútbol europeo. Y se viene mucho más.
Antes de entrar a desgranar los peros es justo decir que estos futboleros adinerados hicieron posible que Europa pudiera hacerle contrapeso en temas de inversión a la crisis económica del 2008. Una década después, países como Italia, España y Portugal van saliendo a pasos de caracol de sus problemas de deuda pública, pensiones y desempleo. El capital de estos señores le permitió a clubes de Europa inflar el mercado cuando la situación interna era delicada.
Ahora bien, con tantos miles de millones invertidos y con tantos jugadores forrados en oro pero que en el campo han sido jugadores de bronce tenemos suficiente evidencia para afirmar que hemos asistido a un despilfarro exagerado de dinero. Nos fijaremos en tres casos concretos para argumentarlo: PSG, Chelsea y Manchester City.
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Una Champions en 29 temporadas
Como ya lo dijimos, el propietario del Chelsea Roman Abramóvich adquirió el club londinense en el 2003. En dos meses se cumplirán 14 temporadas. En junio del 2008, el grupo inversor ADUR de los Emiratos Árabes, propiedad del jeque Manzur Bin Zayed al Nahyan, compró el Manchester City por 250 millones de euros. Es decir hace nueve temporadas. Por el lado del equipo parisino, este fue comprado hace seis años, en el 2011, por el grupo Qatar Investment Authority.
Desde que estos tres clubes entraron en un tren de inversión y gasto frenético han disputado, entre los tres, un total de 29 temporadas. No viene al caso hacer la lista de jugadores y gastos que han hecho, pero hemos visto que han contratado a los entrenadores que han querido y han fichado a decenas de estrellas, promesas y falsas promesas; directores deportivos y de marketing; scouts y ejecutivos del más alto nivel. También han construido complejos deportivos de otro planeta en comparación con otro clubes importantes y tradicionales de Europa.
Después de 29 temporadas la cosecha continental es una sola Champions League. En la 2011-2012 el Chelsea de Di Matteo le ganó al Bayern Múnich. Lo paradójico fue que aquel Chelsea, después de superar al Barcelona de manera más que milagrosa, terminó ganando con armas impropias del proyecto deportivo que había planificado. Mas allá de los grises y matices de las temporadas de cada club, y si bien hemos visto buenos equipos como el Chelsea campeón de Mourinho, el PSG de Ancelotti, el Manchester City del primer año de Pellegrini y, por supuesto, el actual Chelsea de Conte, la realidad es que no ha sido posible construir equipos poderosos que encadenen tres o cuatro temporadas a un buen nivel con un modelo de juego definido y consolidado. Dos finales y un solo título de Champions League en 29 temporadas hablan de una estrategia fallida.
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Atlético de Madrid, Sevilla y Mónaco
La eliminación del Manchester City contra el Mónaco en la presente Champions esconde muchas más verdades que las que el resultado muestra. Al margen de Moutinho y Falcao, que son fichajes que hacen parte de los años de despilfarro del Mónaco, el resto de la estructura salió a precio de huevo. Gilk, Sidibé, Mendy, Bakayoko, Fabinho, Bernardo Silva y Lemar (siete titulares) costaron casi lo mismo que De Bruyne. El Mónaco supo construir un equipazo apelando a otras artes: contratando entrenadores y ejecutivos capacitados e implementando métodos y procesos serios de scouting que han reclutado un ejército de jóvenes jugadorazos.
El caso del Atlético de Madrid es también un modelo excepcional. Cada año tiene un presupuesto más alto como premio a sus buenos deberes. Los patrocinadores pagan más por pautar en un equipo que juega con un estadio lleno y que llega a abril luchando por todos los títulos. Aparte de Jackson y Falcao, por quienes se pagaron 45 millones, el Atlético construyó su plantilla con una base importante de jugadores fruto del trabajo en cantera como Koke, Lucas Hernández, Gabi, Saúl, Torres, Thomas; y además ha logrado mantener una columna vertebral esquivando las millonarias propuestas de Inglaterra y China. Jugadores como Filipe Luis, Juanfran, Griezmann, Oblak o Godín ya llevan casi cuatro temporadas juntos. Cantera y buen ojo.
Por último, el proyecto del Sevilla, que también es modélico, deja en muy mal lugar al Manchester City. Las altas del Sevilla para esta temporada, Kiyotake, Vázquez, Correa, Ganso, Mercado, Sarabia, Ben Yedder y Montoya costaron lo mismo que Stones. Guardiola pagó 55 millones por un central que completó una temporada malísima y terminó siendo suplente de Kompany, un veterano que llevaba dos años con más minutos en la enfermería que en el campo.
Hace unas semanas, en homenaje a ´Monchi`, explicamos en Hablaelbalón los detalles de su método, un legado que construyó durante 17 años en la dirección deportiva del Sevilla y que en los últimos 10 le dejó más de 300 millones de beneficios al club por la venta de jugadores.
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Foto: edition.cnn.com