Este es uno de los pocos jugadores bogotanos, si no el único, que ha sonado duro en los últimos años. Hoy está desaparecido. Ayúdenos a encontrarlo.
En 1999 Carlos llegó a Compensar y allí hizo la tarea. Pasó por todas las categorías hasta llegar al equipo profesional: Academia Fútbol Club de la segunda división colombiana. Desde entonces todo fue de para arriba hasta llegar a la cima. Desde Juan Carlos Toja los rolos no nos ilusionábamos tanto.
En 2010 el Huila le dio la oportunidad de jugar en primera. Su técnica maravillosa, su pegada con izquierda y con derecha y su cambio de ritmo, rápidamente, lo pusieron en el Once Caldas. En Argentina no dudaron cuando lo vieron por televisión en la Libertadores de 2011. Un año más tarde, Carbonero estrenó el pasaporte y se fue para Estudiantes de La Plata: 80 partidos en primera y 20 goles eran su carta de presentación.
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Como a todos los colombianos que llegan a Argentina, la adaptación le costó. En Estudiantes jugó poco por decisión técnica, pero a pesar de eso, cuando lo hizo, dejó algunas actuaciones memorables. El pibe prometía…
Arsenal de Sarandí se la olió y lo pidió a préstamo. ¡Ja! Carbonero le cerró el pico a los malaleche que decían que no tenía madera para el fútbol argentino. En ese equipo feroz dirigido por el ‘Profe’ Gustavo Alfaro se le encalambró el codo de tanto levantar copas: el Clausura de 2012, la Supercopa de ese mismo año y la Copa Argentina de 2013. Y lo mejor estaba por venir.
Si en Arsenal ya la había roto, en River la armó y la volvió a romper. En 2014 Carlitos fue pieza clave del River campeón de Liga y Copa que sentó las bases del equipo con el que Gallardo luego lo ganaría todo. No brilló del todo en su primera temporada, pero Ramón Díaz lo bancó y en la segunda su fútbol le dio la razón al técnico. En Núñez se le recuerda con cariño.
Aquí siempre nos llamó la atención que Pékerman no lo hubiera llamado nunca a la Selección. Ni para un amistoso. En la lista de 30 pre-seleccionados para el Mundial de 2014, obviamente, tampoco apareció su nombre. Pero el fútbol sabe cómo hace sus cosas. Cuando ya estaba cerrada la lista de los 23 que irían a Brasil, Aldo Leao se rompió y rápidamente José Néstor anunció su reemplazo: Carlos Mario Carbonero Mancilla, el potente volante por derecha que la estaba desarmando en River.
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Cuando volvió de Brasil estaba hipervalorizado y La Banda no tenía cómo pagar los 4 millones que Estudiantes pedía por su pase. La buena noticia es que llegaron ofertas de Europa. Paradójicamente, cuando todos los diarios anunciaron que la Roma había comprado su pase, ese mismo día, fue la última vez que lo vimos. Al verdadero Carbonero.
Supuestamente lo compró la Roma, pero de eso ni más. Dizque lo cedieron al Cesena. Allí jugó una temporada y luego dijeron que un club uruguayo, el CA Fénix, había comprado su pase. Todo fue turbio y nadie lo supo con certeza. Hoy, ni el mismo jugador sabrá a quién le pertenece. El hecho es que la temporada 2015/16 la arrancó en la Sampdoria de Muriel.
La cosa parecía volver a coger color, pero en enero de 2016 una lesión terrible de rodilla lo mandó todo al diablo. Fue operado, se recuperó a medias y jugó algún partido con el equipo primavera, pero nunca volvió a contar para los italianos. A principios de 2017 le abrieron las puertas. “Arrivederci, Carlito”.
Se lo tendrían que haber ofrecido a Santa Fe, a sabiendas de que Pastrana para entonces levantaba hasta a un muerto, pero llegó al Cortuluá con la intención de cogerse confianza y de terminar de recuperarse. Ni lo uno, ni lo otro. Siguió rengueando y apenas jugó. Para este semestre ni lo inscribieron. Y se perdió…
Dicen por ahí que ahora anda sin equipo y que en el Deportivo Cali lo están ayudando a recuperarse. Parece que se está poniendo a punto a ver si convence a Pelusso para el 2019. Si lo ven por ahí, oblíguenlo a escuchar. Díganle que es un maestro, que no nos importa el nombre del equipo, que los futboleros solo lo queremos ver de vuelta.
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as.com
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