Decían que iba a ser mejor que su hermano, que James, que ‘Gio’ Moreno. Hoy está más desaparecido que Juan Pablo Pino y le pedimos, por favor, que nos ayude a encontrarlo.
Nació en una familia recontra futbolera. Creció al lado del gordo Edwin y de su hermana Geraldine. Jodido desde la cuna por ser la sombra de semejante crack, Mateo empezó su camino en el fútbol en las canchas del barrio Belén de Medellín. Allí, junto al fenómeno de su hermano, le trabajó desde crío a la pegada de mostro que cautivó a los profes del Envigado. En la mejor cantera del país fue desarrolando su juego, su estilo y su técnica al mismo tiempo que su hermano firmaba contratos millonarios.
Después de pasar por todas las categorías debutó en la profeta en el 2014 como “el hermanito de Edwin”. Desde el primer partido todo fue un ascenso rapídismo para Kevin Mateo. En menos de nada dejó de ser ‘Edwincito’ y se convirtió en la promesa número uno de Envigado. Su pegada comenzó a dejar admiradores por el país y luego de un 2016 lleno de pepos, cucas y golazos lo compró el Once Caldas.
El momento exacto en que Once Caldas pasó el cheque:
Así fue el Golazo de Mateo Cardona, hermano de Edwin Crackdona. pic.twitter.com/uTeucoOQpq
— Soy Rayado y Tengo Aguante (@_AguanteRayados) February 26, 2016
A partir de su llegada a Manizales la carrera de Mateo entró en largos silencios e incertidumbres. En el Once le dieron la ’10’ en su primer entrenamiento y no pudo soportar el peso de la camiseta. Aunque cada vez que entraba dejaba cositas de crá, los kilos de la camiseta lo aplastaron y los numeritos en su hoja de vida quedaron en rojos. Al finalizar el semestre, terminó con 17 partidos jugados y nada más un golito. ¡uno! Y sabe qué, fue olímpico…
Sin embargo, ayudado por su apellido y por el talento mostrado en ‘La naranja mecánica’, Chacarita Juniors, recién ascendido a la primera de Argentina, lo pidió a préstamo. El periodismo argentino, después de ver los videos de Youtube, lo vendió como el espejo de Cardona grande… todo terminó siendo un humero gigantesco que todavía cobran los hinchas. No jugó, oiga bien, ni un solo minuto y se abrió cual fantasma. Nadie supo cuándo ni cómo, pero de repente el pelao terminó en México.
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A la Liga MX, perdón, al ascenso MX, llegó como un cualquiera. Y así se fue. Ni siquiera debutó y en el estadio local solo vieron dos veces en la banca. No podemos confirmar si sigue allá muerto de la risa o qué onda. Desde poco antes del Mundial no hemos sabido nada de él. Ya está cerca de completar el año sin jugar y en Hablaelbalón estamos preocupados ¡no aparece por ningún lado! Si lo pilla por ahí, dígale que apenas tiene 22 años, que está en la flor de la vida y que madure, que acá en el FPC estamos desesperados por un jugador como él.
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Foto: Yahoo Deportes
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