Sebastián Villa ha demostrado estar a la altura y en Boca ya comenzaron a hacer planes ambiciosos con él.
En 2017 apareció como por arte de magia una culebra en el Tolima. Una potencia brutal, inteligencia para asistir, gambeta larga y velocidad meteórica. 36 partidos, pero cero goles. Al pelao le hacía falta gol.
“Decían que me faltaba gol y muy humildemente trabajé en eso con el profe Gamero”, dijo hace poco, antes de arrancar su primer ciclo con la Selección Colombia.
Y vaya si lo trabajó. En el primer semestre de 2018 jugó 25 partidos e hizo goles. Y la bobadita de haber salido campeón. Entonces llegó Boca, que confirmó que el ascenso de Sebas —como suele ser el de los cracks— había sido meteórico.
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Humilde llegó a la Boca. ¿Querían gol? En su debut, en un amistoso contra el DIM, hizo gol. Siguiente partido contra Colorado Rapids, gol. Contra el Barça en el Camp Nou, no hubo gol de milagro.
Arrancó la liga argentina y Guillermo le ha ido dando confianza de a poquito. Raspó en minutos en la recta final de algunos partidos, fue titular contra Huracán y en el atardecer de la cuarta fecha, en el último minuto contra Vélez… Adivinen. Hizo gol. Gol no, golazo. Pared hermosa con Benedetto, cabalgata marca registrada de la casa y riflazo arriba, imposible para el golero.
La Bombonera lo comenzó a querer ese día, después del bailecito en la esquina, pero en Mundo Boca desde hace rato tienen planes grandes para él. Resulta que en Boca hay un mostro que se llama Cristian Pavón. Le dicen Kichán, fue al Mundial con Argentina y desde hace dos años ha sido la máxima figura del Boca bicampeón. Bueno, pues, por características, Sebas se perfila como su reemplazo natural. Para eso lo trajeron, pues lo más seguro es que Pavón vuele al fútbol europeo después de la Copa Libertadores.
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Dicen que en las entrañas del club están sorprendidos con la velocidad de Sebastián (32,5 km/h), que en el GPS ha marcado más alta que la de Pavón (32 km/h). Además, se habla también de que bien trabajadas, la toma de decisiones y la inteligencia de asociación de Villita podrían ser superiores también.
Casi no tiene presión: reemplazar a la gran figura, a un jugador que desde el 2016 ha jugado en 71 de los 72 partidos oficiales que ha jugado el Xeneize. Nada, pues bacano. Lo bueno es que a Sebas eso le gusta.
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Futbolred
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