Alexis Mendoza: Hicieron falta huevos

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La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaebalón.

 

En la mañana del lunes, la familia patriarcal de Barranquilla recibió a Alexis Mendoza con su ropa botada afuera de la habitación. La derrota con el Tolima le sacó la piedra a la hinchada y a las directivas, y tome: despedido por segunda vez. Las formas y los esquemas tácticos estuvieron por encima de los resultados y el tercer puesto no pudo ocultar el paupérrimo nivel de los jugadores y el colectivo.

 

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Como siempre ha pasado en Barranquilla, el juego vistoso, la alegría ofensiva y el dinamismo táctico —todo esto bien representado por el Junior del 93—  no se negociaron. Alexis no fue capaz de construir un Junior caribeño y fluido y por eso se quemó. Sus decisiones tácticas, por un lado, y su temperamento blando, por el otro, fueron el caldo en el que se cocinó su despido.

 

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Sobre lo primero hay que decir que Mendoza no pudo darle dinamismo a la bandola que Comesaña le heredó. La disposición de los jugadores en su esquema influyó en su pobre y opaco rendimiento. Cantillo sufrió como interior por la izquierda; a Chará le pesó mucho la carga defensiva como volante por derecha; Álvez se vio muy mal con la responsabilidad de salir del área para imitar a Ovelar; y el Chateo, siempre lejos, se quedó sin señal. No son mera casualidad la primera expulsión de Cantillo en su carrera, la poca participación de Chará y que en Barranquilla quieran la cabeza de Álvez colgada en plena Vía 40.

 

Sobre lo segundo, por su parte, hay que decir que el relajo que mostró Alexis en sus pronunciamientos y la mansedumbre que mostró con los jugadores parecen haberle impedido entrar y convencer a una nómina tan jodida. El mundo entero sabe que tratar con Teo es una vaina tesa, ahora imagíneselo en combo con Álvez, Viera y Jarlan. Qué bololó, llave mía. Para tratar a esta banda se necesitaba un carácter fuerte, una mirada crítica y un viejo cascarrabias, un Pelo e’ burra. Y para él todo era perfecto, incluso perdiendo, su Junior siempre era superior que el rival y a sus jugadores solo les faltaba el gol (nada menos). ¿Autocrítica? Nunca.

 

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Seguramente para muchos hinchas su despido es una barbaridad. Dirán que el equipo va de tercero y que las cosas podían mejorar… Lo siento, pero si se hace un análisis minucioso, lo cierto es que los resultados de Alexis en liga son engañosos: sufrió en demasía para anotarle a Boyacá Chicó y a Leones, nos humilló a todos con el 0-3 en casa contra el Envigado y no pudo arrancarle ni un punto al Huila y al Pasto… Sí, está de tercero, pero a tres puntos del octavo y a cuatro del décimo. Se vienen Santa Fe, Nacional y la siempre lúgubre visita a Patriotas. Si seguimos en esa seguidilla el iceberg nos va a tumbar. Ni Libertadores, ni Suramericana, ni nada. Chao, octava estrella; hola, soledad.

 

Es obvio que sacar a Alexis no asegura la clasificación a los ocho ni la mejoría del equipo, pero sí es el desentierro (y la resiembra) de una raíz que venía chueca y con tendencias a torcerse aún más. Por ahora no queda más que esperar la orden del patriarca. Ojalá el que venga tenga el tesón  de un Pelo e’ burra. No necesariamente tiene que ser Julio Comesaña —volverlo a traer sería una juniorada— pero sí debe ser uno como él.

 

Papi Fuad, el técnico que llegue no debe ser ni muy amiguero, ni muy zurdo (López), más bien PATÓN (Bauza).

 

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Foto:

La FM


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