Hoy buscamos a la última gran promesa del fútbol colombiano. A ese al que le cayó encima todo el repertorio, tan nuestro, de comparaciones clichés: el nuevo Asprilla, el nuevo James, el nuevo Falcao… ¡Neymarlos!
Marlitos llegó a las categorías inferiores de Nacional con 14 años. Sorprendió a grandes y chicos por llevar a cuestas una velocidad y una capacidad con el balón impropias de su edad. De huesos flacos, ligerito, a lo Robinho, mientras ascendía de categorías se fue haciendo amigo íntimo del gol. Hasta que en el 2014 debutó como profesional y, de a poco, a velocidad y gambeta, se hizo un hueco en el equipo.
Fue en el segundo semestre del 2015, bajo el mando de Rueda, en el Nacional que lo ganaba todo y a todos, que empezó a acostumbrarse a salir en los periódicos. Contra el Cali, en su primer partido como titular, vio el balón fundirse con la red por primera vez como profeta. Un mes después, en la espesa Barranquilla, Marlitos hizo su primer doblete. Dos meses después, por cuartos de final, volvió a vacunar al Cali. Coronó ese semestre con un gol a los 30 segundos en la final contra el Junior —el gol más rápido de las finales y de la historia de Nacional–. Fueron seis meses frenéticos, atravesados por los goles y la fama y la gloria.
En el 2016, ya en modo rockstar, viajando por el continente, la rompió toda en Copa Libertadores. Con 19 años supo qué es ser parte del mejor de América: hizo tres goles y se metió en la la lista del equipo ideal de la Copa. Entendió que su nombre se decía en dólares. Y entonces a Marlos le llegó la Selección. Jugó 7 partidos vestido de amarillo, asistió a Cardona para el milagroso gol en La Paz. En La Copa América Centenario, contra Costa Rica, hizo gol.
Déjse conmover.
Sin cumplir los 20 años —qué rápido pasa todo en el fútbol de ahora—, sin escalas, sin pruebas, el Manchester City de Pep Guardiola pagó por él 5 millones de dólares. El trabajo estaba hecho. El nuevo Asprilla, como Faustino, brillaría en la Premier. Negocio cerrado.
Otro famoso se busca: Juan Pablo Pino.
Dicen que Pep, sin pestañear, avisó de inmediato que la nueva joya del trópico debía refinarse, construirse, competir en la élite para poder estar en un club top. Lo cedieron al Depor de la Coruña apenas cruzó el charco. En su debut, con el nerviosismo propio de un chico que no sabe muy bien qué es lo que pasa, encandelillado por los flashes, se hizo viral por una pifia que lo inscribió un mes entero en el Not Top 10.
Jugó apenas 25 partidos entre Liga y Copa y no hizo ni un solo gol. De la Coruña, para esta temporada, saltó al Girona, el recién ascendido que hace poco humilló al Real Madrid. Dicen que ahí está, aparece en las plantillas, entrena… pero nosotros no lo vemos y de a poco empezamos a dudar de la realidad.
Si lo ve, si se lo encuentra, si habla con él, dígale que vuelva. Que de verdad, repasando sus partidos de verde, sus cabalgatas feroces, su gambeta espectacular, nos convencemos de que todavía está a tiempo de ser el nuevo Asprilla. Que no ha pasado nada. A los 21 añitos todavía quedan muchas guerras por dar.
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Zonacero.com