Carlos Queiroz es el elegido para dirigir a Colombia. Le contamos por qué es una buena opción.
Después de la salida de Pékerman, fueron muchos los nombres que armaron la novela del próximo DT de la Sele: Arturo Reyes, Gamero, Rueda, Osorio, Dalic, Bobby Martínez, Scolari, Lopetegui…
Ahora, por fin, será presentado Carlos Queiroz como entrenador en jefe. ¿Quién diablos es este portugués? Tranquilo, en cinco toques se lo contamos.
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Formador
Carlos es un tipo popular entre los más entendidos, pero completamente desconocido para el futbolero de a pie. Aunque de este lado del charco no goza de gran popularidad, es un técnico con pergaminos de sobra para dirigir a Colombia. Tiene 65 años bien vividos en el Planeta Fútbol.
Como Pékerman, Carlos se hizo grande en selecciones juveniles. A principio de los años noventa trabajó en la Federación Portuguesa de Fútbol y fue el entrenador que le dio forma a la generación dorada de Luis Figo y Rui Costa, con los que salió campeón del mundo sub-20 en 1991. Todavía hoy se le reconoce como uno de los grandes reformadores del fútbol portugués y mantiene su fama de temerario a la hora de apostar por el talento joven.
Una de las exigencias de la dirigencia de Colombia sería que residiera en Colombia y que se involucrara intensamente en los procesos de selecciones juveniles. Por ese lado, todo bien todo bien.
Experiencia Mundialista
Queiroz sabe lo que es clasificar y jugar un Mundial. Ha ido a cuatro: Corea y Japón 2002 con la selección de Sudáfrica; Sudáfrica 2010 con Portugal; y Brasil 2014 y Rusia 2018 con Irán. Con Sudáfrica e Irán se quedó en fase de grupos y con Portugal cayó en octavos contra España. Dice Queiroz que de haber existido el VAR para entonces, Portugal habría eliminado a la campeona del mundo.
Hace seis meses en Rusia, su Irán empató con Portugal y puso a España contra las cuerdas. Estuvo cerca del milagro y nos emocionó.
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Durante cuatro años, antes de coger la selección de Portugal en 2008, fue asistente de ni más ni menos que Alex Ferguson en el Manchester United. En su biografía, ‘Cara roja’ confesó que le dijo que no se fuera a Portugal, pues siempre pensó en Queiroz como su sucesor en Old Trafford.
Fue él quien estrechó los vínculos con el Sporting de Lisboa para que Cristiano Ronaldo terminara en el United. Queiroz acompañó a Cristiano durante sus años de maduración y luego lo dirigió en el Mundial de 2010. De hecho, desde entonces no se hablan ni se saludan; Cristiano lo culpa de la debacle de Portugal en Sudáfrica.
Metodología y estilo de juego
Los que han trabajado con él dicen que es un entrenador trabajador, metódico y que prepara muy bien todo lo que va a ejecutar en la cancha. Eso sí, le precede una fama de ser ultradefensivo, pues en los últimos años lo hemos visto al mando de una selección muy discreta y sin herramientas para jugarle de tú a tú a las grandes del Mundo.
Aunque con Colombia esperaríamos algo diferente, debido a las individualidades con las que contamos, hay que saber que Queiroz sí es un técnico muy táctico y equilibrado que nunca pone a los grandes nombres por encima del funcionamiento colectivo. Cristiano Ronaldo sufrió mucho debido a las restricciones tácticas que impuso en Portugal.
«Mientras yo esté al frente de la selección, si el tamaño de la camiseta es demasiado pequeño para algún cuerpo, entonces [ese cuerpo] no necesita estar aquí», dijo luego de que Cristiano Ronaldo lo cuestionara públicamente. «Nadie está por encima de la selección y nunca lo estará mientras yo esté aquí».
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Su gran lunar
No todo puede ser bueno. Después de despedir a Vicente del Bosque por considerarlo anticuado e incompatible con la imagen moderna que quería transmitir, Florentino Pérez llamó a Queiroz para dirigir al Madrid de los galácticos. El resultado fue un fracaso estrepitoso. Perdió la final de la Copa del Rey contra el Zaragoza, salió cuarto en Liga y perdió contra el Mónaco en cuartos de final de la Champions.
Carlos fue incapaz de domar nombres del peso de Beckham, Casillas, Roberto Carlos, Figo, Zidane, Raúl y Ronaldo. No pudo equilibrar su estilo de entrenador-amigo —a lo Zidane y Ancelotti— y el proyecto se fue al diablo. Once meses duró el chistecito.