En el 2008 el Barcelona era el gran paradigma del fútbol. Nueve años después, estamos siendo testigos de su triste destrucción.
La historia del fútbol ha tenido momentos precisos que han trazado líneas de referencia en la evolución del juego. Entrenadores geniales y equipos maravillosos han sido gestores de paradigmas que han contribuido a su enriquecimiento. Helenio Herrera, Rinus Michels, el Milan de Sacchi, por nombrar a algunos, han sido las grandes estaciones de las que el tren del fútbol ha salido cargado con un material renovador.
En el 2008, cuando parecía que todo ya estaba inventado, y que el fútbol como juego había llegado a su techo de desarrollo orgánico, apareció el Barcelona de Guardiola como una brisa gratamente refrescante.
Resultó muy estimulante observar la audacia de la puesta en escena de aquel equipo. El impacto de este terremoto se sintió en toda Europa. Decenas de entrenadores han declarado lo inspirador que fue para ellos. Las replicas las seguimos viendo. El efecto imitación ha sido muy evidente. Alemania es el ejemplo más notable. El mismo Löw lo ha confesado.
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Desde que Guardiola abandonó en 2012, los Barcelonas que hemos visto no han sido más que versiones desmejoradas de aquel equipo. Con mayor o peor suerte, con los matices propios del entrenador y los jugadores de turno, la premisa ha seguido siendo obedecer las escrituras del Pepteam. Los principios son inamovibles, así en la practica no se ejecuten a la perfección. Perseguir la premisa es una tarea supremamente exigente. Esa una idea de juego que si no está bien aceitada se fractura con más facilidad que otras.
Por eso, esta temporada puede confirmarse la muerte de la semilla del último gran paradigma del fútbol —que no es lo mismo que decir que dejara de ganar títulos—. El Barcelona podrá ganar Liga y la Champions esta temporada, y a la vez sepultar el legado del 2008. Las dos cosas son complementarias.
Los motivos principales de este proceso de deconstrucción son tres: huecos en tres puestos de la cancha, pésima gestión de la dirección deportiva y el envejecimiento natural de la columna vertebral del equipo.
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Tres huecos
Lateral derecho:
Este es el puesto en el que hay mayor consenso. La salida de Alves terminó siendo trágica. Sergi Roberto en la Supercopa del 2015 contra el Athletic de Bilbao jugó de maravilla. Luis Enrique debió quedar encantado con lo que vio y apostó por él como suplente de Alves para esa temporada. En la siguiente fue el titular.
Sergi es un jugador de muy buenas condiciones. Tiene nivel para jugar en el Barcelona, pero no llena todas las exigencias que el lateral derecho de este equipo requiere. El equipo necesita alguien que se desdoble más y mejor, alguien que en los últimos metros decida más acertadamente. El Barcelona de este año atacó cojo en casi todos los partidos.
Interiores
El corazón del juego del Barcelona está débil. Preocupantemente débil. Ni Rafinha, André Gomes, Denis Suárez y Arda pueden juntar al equipo alrededor del balón, encontrar al tercer hombre y crear superioridades a la espalda de la línea de presión como lo hace Iniesta. Lo grave de la situación es que esta temporada vimos al Iniesta más gris de su carrera. Le falta velocidad en el arranque y cada día juega más al pie. En esta temporada jugó apenas 1.331 minutos por Liga, cuando su media histórica era de 1.765.
Con un Iniesta a cuanta gotas, y sin fichajes que puedan asumir decididamente ese rol, el medio campo del Barca está condenado a naufragar en su idea. Es imposible que este equipo recupere su tono de dominar en campo contrario, de que el equipo viaje junto sin interiores como Xavi, Iniesta, Verrati o Kroos. Imposible.
Extremo
Esta temporada dejó claro que con lo mejor de Messi, Neymar y Suárez ni siquiera alcanza. El Real Madrid, hoy el mejor equipo del mundo, tiene tres posibilidades ofensivas de alto nivel de acuerdo a las necesidades de la plantilla. Morata como recambio de Benzema; Lucas y James por Bale; e Isco como cuarto volante.
La capacidad de desequilibrio en el uno a uno de los dos extremos es fundamental. El Barca necesita cuando descarga el juego sobre el otro lado a un jugador que pueda amenazar siempre con batir a su lateral. Es cardinal. Esta temporada no hubo recambio ni alternativa para suplir a Neymar y a Messi. Contra el Real Madrid en el Bernabéu, con Neymar ausente por sanción, la solución fue poner a Paco Alcácer de extremo. Un sinsentido. Un club con el presupuesto del Barca necesita dos extremos buenos como alternativas.
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Gestión deportiva
La administración de Rosell recibió una herencia inmejorable. Un equipo multicampeón que funcionaba como un reloj y tenía con contrato vigente a los jugadores más importantes. Por el oscuro manejo en el fichaje de Neymar, Rosell debió renunciar y su segundo, Bartomeu, debió presidir el club.
Desde entonces, la lista de decisiones erráticas en la parcela deportiva es muy extensa. Pocos fichajes rentables e incapacidad para retener talentos jóvenes. Venta de buenos canteranos como Sandro, Thiago, entre otros, a precio de saldo. Muy poco tacto en el trato con jugadores claves como Messi, Alves o Victor Valdés. La administración de Bartomeu ha sido un manual de lo que no hay que hacer al frente de un club grande.
Muchas de las cosas que discutimos líneas atrás tienen que ver con eso. Da migraña pensar que a la no renovación de Dani Alves le siguió una incapacidad de dos años para fichar un lateral de la talla del club.
Por otro lado, el Real Madrid, que años atrás padeció la fortaleza del mediocampo culé y en los clásicos supo correr detrás del balón. Ahora, con Modric, Kroos, Isco, James, Casemiro y Kovacic es el equipo con el mejor mediocampo del mundo. Mientras tanto, la dirección deportiva del Barca espera a que Busquets e Iniesta se hagan polvo. La cuestión no es de presupuesto sino de capacidad. Isco, Kroos y Modric, entre los tres, costaron 85 millones de euros.
En la delantera ocurre lo mismo. La Masia se ha caracterizado por ser un centro formativo de excelentes extremos. En los últimos años, el club ha regalado a Tello, Sandro, Adama Traore, Munir, Deulofeu, Pedro… Si bien son jugadores que a lo mejor no tienen el nivel para ser titulares, son absolutamente necesarios para ganar títulos. Como lo explicamos, ahora mismo, el Barca no tiene extremos que sean alternativa para destrabar partidos.
Por último, el mayor reto del presente de este club, es preparar diligentemente la era pos-Messi. La ‘Pulga’ algún día dirá adiós. Sin un plan deportivo claro para contener su ausencia la hecatombe puede ser total. Con esta gente al frente del Barca, la tragedia parece anunciada.
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Foto: peru.com