La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón
Ya indignarse está pasando de moda. Llevamos tanto tiempo aguantándonos la mamadera de gallo con el tema del nuevo técnico de Colombia, que ya estamos hasta acostumbrándonos a la correría de rumores falsos y especulaciones baratas. Como todo en este país, parece que será “lo que Dios quiera”. Es decir, lo que toque. Sin embargo, es innegable que vamos de mal en peor. Si la continuidad de Pékerman, hace unos meses, hubiera sido un completo desastre, hoy muchos creen que era la mejor opción.
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Aunque cada semana le salen nuevas ‘novias’ al banquillo de la Sele, siempre se trata de técnicos jubilados o que tienen contrato con un semifinalista de la Copa Mundo o, simplemente, de personajes que no hablan un mango de español. Eso sí, las dos novias que nos salieron esta semana deberían ser las que más preocupación generen. ¿Por qué? Porque, de golpe, Scolari o Dunga sí se animan a venir; y ahí, mis queridos compatriotas, quedaríamos completamente jodidos.
¿No me creen? Descartemos primero a Felipão, que después de los siete que le clavó Alemania en el Mundial, y en la propia casa, no hay quién lo saque de la tusa. Es triste y todo; Scolari levantó el último Mundial en la historia de los brasileños y, sin embargo, en su patria lo tratan como a un leproso. Nosotros no, a lo mejor. Con tal de contar con un campeão, seríamos capaces de olvidarnos del detallito de la goliza contra Alemania.
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Sin embargo, el problema de Luiz Felipe va más allá de eso. Recuerdo especialmente su trabajo con Portugal, por allá a comienzos de este siglo. Poquitos equipos más rácanos y leñeros que aquella selección de Maniche, Carvalho, Tiago y compañía. En octavos del Mundial 2006, por ejemplo, jugaron el partido más sucio del que se tiene registro en la historia reciente. Fue contra Holanda y, se acordarán los que lo vieron, el árbitro casi se vuelve loco de tanto sacar tarjetas. El único que celebraría la llegada de Scolari sería Javier López, el carnicero que tienen en Santa Fe por defensa. ¿Entienden lo que digo?
Ahora, Dunga tampoco es que sea el más amante del tiki-taka. A decir verdad, es de la misma escuela de Scolari y el maestro de este: Carlos Alberto Parreira. A estos tres, a pesar de que todos han logrado levantar la Copa do Mundo, los resisten en Brasil por lo mismo: por amarretes.
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Dunga ha dirigido su selección en dos ocasiones. Comencemos por la última, que fue un completo fiasco. Llegó a dirigir la canarinha en la Copa América de Chile y no logró pasar de cuartos. Y aunque esto fue humillante, no se acerca ni siquiera a lo que pasó el año siguiente en la ‘Centenario’. Brasil solo fue capaz de ganarle a Haití y se fue pa’ la casa después de la fase de grupos. Como era de esperarse, cesaron a Dunga y desde entonces anda desempleado.
La primera vez que dirigió a la Verdeamarela, logró coronarse en la Copa América 2007; su único logro hasta el momento. Y aunque lo consiguió con todas las de la ley, goleando a Argentina en la final, no podemos olvidar que fue Dunga el que le cerró las puertas de la selección a Ronaldinho y su banda alegre. El técnico implantó el orden y la mesura en una selección brasileña que vivía del baile y el desorden; mejor dicho, prohibió el jogo bonito. La pregunta es sencilla: ¿Estaríamos dispuestos a pasar del técnico que descubrió a Lío Messi al tirano que nos privó de ver, aunque fuera por unos años más, al grandioso Ronaldinho Gaúcho?
No, gracias. A ese caradura mejor que ni lo llamen.
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Dice mi mamá que “el que mucho escoge, lo peor se lleva”. Y a lo mejor sea cierto. A lo mejor es irresponsable descartar de plano a estos dos técnicos que saben lo que es dirigir a una de las mejores selecciones del mundo. A lo mejor, sí, pero preferible quedarse con la duda. Si la idea es casarse con un estilo de juego mezquino y lleno de especulación, mejor nos ahorramos los pesos que seguro pedirán Dunga y Scolari y llamamos a Vanemerak o iniciamos a Bedoya o reencauchamos al ‘Pecoso’, que tan bien lo ha hecho en el América. Para esa gracia: el abanico de candidatos es amplio. Y bastante.
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