Allá en la casa, al equipo le dicen así. Para mí, siempre es un placer responder a la pregunta “¿Y ud de qué equipo es hincha?” porque nadie lo discute ni se incomoda. Al contrario, a quien lo pregunta, le parece heróico y admirable que ese equipo tenga hinchas. Por eso creo que El Equipo de Todos es un gran apodo.
El profe Otero llegó en 2006 a Neiva para tomar las riendas del Atlético, una más de las decisiones de un dirigente de la tierra que sin saber mucho de fútbol, sabía de negocios. Eso le bastó para que por primera vez en la historia, el equipo jugara una final.
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Aquí algunos de los jugadores que más recuerdo:
- Rodrigo Marangoni, volante 10 argentino con apellido rimbombante que pasó inadvertido en su país, harto de estrellas, para ser ídolo en un pueblo pequeño. Como todos saben, el fútbol sabe encontrar el verdadero destino de donde se es ídolo. Marangoni jugaba con la tranquilidad característica de un 10, entendiendo que lo suyo no era la velocidad sino la precisión.
- Bélmer Aguilar: el capitán. Defensa central de esos que siempre va por la pierna del rival. Espigado, mañoso, como todos los viejos, con una sonrisa que hacía juego con su pelo amarillo contrastado por su piel oscura. Todas estas características marinaban perfecto con la fiesta, la alegría y el sazón de los futbolistas de la época.
- Duván Hernández: -el otro- defensa central, este más rápido que Bélmer, que tenía el estilito de Iván Ramiro o Cannavaro: sin ser muy alto se hacía ver gigante. Hablaba poco pero trabajaba mucho, tenía un ‘timing’ perfecto.
- Wilmer Saldaña: Aunque no jugó este torneo con el Atlético Huila, pues ya se había ido al América a competir por el puesto contra nada más ni nada menos que “Miñía”, es importante mencionarlo, porque era “la cuota del pueblo”. Un muchachito al que todos le teníamos un particular afecto por ser el de la casa. Uno de los pocos del equipo que sabía qué era jugar en medio del tierrero de la cancha del Parque Club del Norte, dónde quedaba el matadero* y el significado real de las achiras. Wilmer sabía todo esto solo por ser de Neiva. Wilmer era el dueño de una prodigiosa zurda y una velocidad que nos hacía soñar con que el próximo Roberto Carlos sería neivano. Luego sufrió una rara enfermedad que nos negó la posibilidad de verlo en la Selección.
- Luis Estacio: los buenos equipos siempre tienen buenos arqueros, dicen. Yo creo que realmente un buen equipo no deja que le lleguen tanto. Este arquero era seguro, alto, cortaba muy bien los balones laterales y su saque le llegaba siempre a Marangoni en la mitad del campo.
- Freddy Montero: eran justo los inicios de ese goleador feroz que infló la red en tres continentes. Montero era joven, rápido y tenía la intuición del gol. En ese 2007 llegó a la final con los mismos goles de Galván Rey.
- Marcelo Torres: el otro argentino, pero este lateral derecho. Pelilargo. En las entrevistas exageraba su acento y tenía «gracia», según las señoras.
Capítulo 4. El uniforme
De marca Keuka. Arroz Roa compartía el frente de la camiseta con Electrohuila, dos típicos de la tierra. A pesar de tener muchos más patrocinadores, estos dos no les permitían sobresalir. Era el tiempo en el que por el billete de un patrocinio se arriesgaba el estilo y el buen gusto -¿cuándo no?- y así las mangas era más un mercado de las pulgas que una camiseta de un equipo de fútbol. Hay que recordarlo, es un equipo de media tabla hacia el fondo, se agradece cualquier inyección económica. Primer uniforme amarillo/verde y el segundo blanco. Estacio (el arquero) siempre contrastaba con camisetas de colores muy vistosos, o completamente de negro.
Por: Mario A. Suárez Cano (@msuarezcano)