Esta es la historia del equipo de todos.
El 10 de Junio de 1980, a razón de unos juegos de barrio y bajo la premisa “Primero el ser, después el deportista” nació en Corinto, Cauca, el Club Deportivo Huracán. Nació como una gambeta más contra la historia de la sinrazón y la infamia que azota tantos rincones de nuestro mapa en los que el Estado prefiere no asomarse.
Siete años después, tras sobrevivir a puro soul y generosidad, el club se arraigó en la comunidad, empezó a marcar la pauta en la transformación social y se estableció formalmente. Como un huracán de movimiento y esperanza.
En la década del noventa, sus creadores decidieron jugársela por potenciar y encaminar el talento futbolero de la comunidad con el anhelo ingenuo de algún día poner un pelao´de los suyos en el fútbol de primera. Entonces, el Club Deportivo Huracán empezó a aparecer puntual, valiente, ambicioso, en todos los torneos de la zona.
En el 95, con el nacimiento de la Ley General Del Deporte, la escuela se terminó de legalizar y levantó dotación y capacitación para sus profes. Y el trabajo de años empezó a dar frutos, sabor y alegrías. Varios pelados de la escuela empezaron a probarse en clubes profetas y a ser llamados por selecciones regionales. Además, en el 97, el club se hizo del torneo Zonal Nacional Sur-Occidente, su título más importante, su primer gran golpe sobre la mesa.
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Un año después, en año de Mundial, se dio por fin la primera venta. El Cali les pagó un millón quinientas barras por los derechos de Adrián Orejuela. La segunda venta vino en el 2001, con el champán del nuevo milenio. Otra vez el Cali les firmó un cheque, esta vez de tres millones, por un central elegante de apellido Zapata. Cristian. El mundialista. El que llegó a ser capitán del A.C Milan.
El trabajo social siguió en pie y como una dependencia del club salió a la luz la Fundación Talentos, pensada para forjar cultura de paz a través del deporte, las expresiones artísticas y las comunicaciones. En el 2006, en el aniversario 26, ya con Huracán como piedra ángular de la vida corintiana, debutó Adrián Orejuela; el primer corinteño en la historia del FPC: ¡de Huracán para el mundo!
Desde entonces, sin aflojar, a veces con más, tantas veces con menos, apalancados en el programa UBUNTU, el club se ha podido consolidar como un semillero para el fútbol caucano. Y la fundación como una resistencia real contra las afugias de la guerra sin fin y el no futuro. 200 niños llegan semana a semana a sus puertas.
Por estos días el Huracán de esperanza y sabor está celebrando sus cuarenta años de fundado. ¡40! Cuatro décadas de fútbol a sombra y sol, en las buenas y en las malas. Son otro ejemplo más de que en la Colombia invisible hay una fuerza vital, una tendencia hacia el bien, díficil de explicar e inextinguible.