En una serie friccionada en la mitad de la cancha Nacional volvió a eliminar a Millonarios en el tiempo de descuento. Armani y el bendito oportunismo goleador de Dayro le dieron el pase a la final. Russo tendrá poco para reprocharse. Estas son las tres claves del juego.
Sin Duque y Rojas
Las líneas de Hablaelbalón dedicadas a Millonarios lo han dicho muchas veces: el sistema de Russo descansa en el tándem Rojas-Duque. Por desgracia para el entrenador, hace muchos partidos no puede contar con él. Cuando Duque se recuperó de su desgarró se lesionó Rojas. Domínguez no tiene ni el quite de Duque, ni el fino pie de Rojas.
Hoy fue muy evidente la importancia de estos jugadores. Al minuto 57, Duque se volvió a lesionar, entró por él Harrison Henao, y en la mitad de la cancha se abrieron las costuras. Los de Russo perdieron más duelos individuales, ganaron menos rebotes, Henao no se hizo sentir ni en recuperación ni en la elaboración. Los únicos veinte minutos en que Nacional fue mejor en la serie, fue cuando el tándem en el medio fue Domínguez-Henao. La lesión de los dos soldados de Russo fue una tragedia.
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Un Nacional sin alas
En el esquema de Rueda el rol de los laterales y extremos ha sido fundamental. Berrio-Bocanegra y Díaz-Marlos eran las alas del equipo. En el Nacional modelo 2017 la capacidad para penetrar por banda no es la misma. Russo supo anular muy bien a Mateus Uribe y a Ibargüen. Los extremos siempre sufrieron juiciosas vigilancias. Palacios y Machado estaban siempre cerca de ellos, y tuvieron la colaboración de los mediocentros y extremos para marcarlos. Ibargüen podía gambetear, pero siempre a dos metros se encontraba con una camiseta azul.
Si repasamos las mejores llegadas de Nacional en el partido y la serie, ninguna tuvo a Mateus o Ibargüen como factor de desequilibrio. Anular con marcas dobles a estos jugadores explica en una buena parte, por qué Millonarios llegó vivo al minuto 181 de la serie contra el campeón de América.
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El fuego de un equipo campeón
Que Nacional estuvo por debajo de su potencial, que Armani fue la figura de la serie, que los extremos no estuvieron picantes, que Blanco pegó más de lo que jugó, que Dayro estuvo muy solo en ataque y que los laterales atacaron poco es cierto. Pero el plus de tener “algo más” que los demás a pesar de jugar mal, es un intangible que Nacional se ha ganado con los últimos años. La sensación de poder superar el momento sin necesidad de apelar al juego, es un fuego especial que tienen muy pocos equipos. Guardando las justas y necesarias proporciones, esa es la sensación que transmite el Real Madrid de Zidane.
Algunos le llaman suerte, otros jerarquía, otros historia. Es un intangible difícil de descifrar y medir. Pero lo cierto es que Nacional pudo ganar en el penúltimo minuto una semifinal en la que fue superado. El mérito de lograr esa intimidación sobre el rival es enorme. Felicidades a Nacional por estar otra vez en una final del fútbol colombiano.
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Foto: ligadeportiva.com