Nacional empató 2-2 contra Leones y quedó por fuera de los Ocho. El final más lógico para un semestre pobre.
No hay nada que nos dé más tranquilidad que saber que no tenemos nada que perder. Apostar en póker, pero con fríjoles, y ver la cara de sufrimiento de los que sí se metieron la mano al dril. Así siempre es más fácil ser machito… y los pelados de Leones salieron inspirados, con ganas de que los directivos de Nacional les pusieran el ojo encima. Además, Amaranto dirigió con la del DIM debajo de su elegante facha. Presión alta para robar en la salida desaceitada de Nacional y juego vertical para aprovechar las diagonales de Mena y el buen pie de Mantilla y Lemus. ¿El resultado? Un gol luego de un rebote que le dio un revolcón a la tabla y empujo a Nacional al abismo.
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Al verde de Autori todavía no le vimos nada muy distinto. Quizá un poco de más libertad ofensiva para Jorman, que volvió a demostrar que sabe cómo saltar líneas con precisión de cirujano. La imagen en todo caso fue la del semestre: un equipo pálido, agüevado, dueño del balón y del espacio, pero incapaz de generar opciones claras de gol, y de concretar las pocas que se inventa.
Y súmele la presión que le metió el rojo desde el Campín. Y la mano tonta del Indio Ramírez. Y el penal. Y la obligación de hacer tres goles en veinticinco minutos. Porque “Nacional es Nacional” siempre tuvimos la sensación de que le daba la vuelta. Pero no. El golazo de Aldo y el penal de Lucumí apenas fueron una ilusión. La suerte ayuda a quién la merece y Nacional no la merecía. No por hoy, por todo lo del semestre. Ya vendrán tiempos mejores.
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