Cuando Maturana se las dio de político

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En 1991, Francisco Maturana no era solo el director técnico colombiano más famoso: era también un miembro de la Asamblea Nacional Constituyente. Aquí le contamos cómo le fue. 

 

Colombia entraba en un período de transición política. La violencia que había azotado al país en los últimos años alcanzaba un punto de clímax y el presidente Virgilio Barco propuso crear una nueva constitución. Paralelamente, el fútbol colombiano brillaba. ‘Pacho’ Maturana se erigía como la única figura que impartía esperanza y que, más importante aún, conseguía resultados. Se acercaban las elecciones para conformar la Asamblea Nacional Constituyente, entonces Antonio Navarro Wolff no dudó en ficharlo para su equipo.

 

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Serio, como todo un político. Foto: Bestiario del Balón

 

Francisco Maturana se lanzó a la Asamblea Nacional Constituyente representando a la Alianza Democrática M19 (AD-M19), un partido creado inmediatamente después de la desmovilización del grupo guerrillero. Por supuesto que la jerga de fútbol condimentó la receta, pero el factor determinante fue el fervor futbolero: tratar al pueblo como hinchas llevó a Navarro Wolff y a ‘Pacho’ a la Constituyente. “El equipo ganador” no solo era el slogan de la campaña, era también como se hacían llamar los candidatos. Le apostaron a mostrarse como hombres que jugaban en equipo y así explotaron una de las fortalezas más reconocidas del entrenador chocoano: su capacidad para fortalecer el trabajo de grupos humanos. Para terminar de convencer al electorado, además, Navarro Wolff se valió de la figura del gran René Higuita, con quien aparecía abrazado en la propaganda pagada en prensa. El fútbol gana elecciones, Antonio la tenía clara.

 

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La elección de Maturana (y de René en la campaña) para catapultar al partido a la Asamblea no fue gratuita. Para 1990 Higuita y Maturana representaban la gloria y la alegría del primer triunfo de un equipo colombiano en la Copa Libertadores, la clasificación a un Mundial después de 28 años y la participación histórica en Italia 90’. Eran figuras importantes de la identidad colombiana y el amor patrio. Eran dos personajes que no hacían parte del pozo séptico de la política colombiana, donde el que no estaba comprado pronto sería asesinado. Estos dos eran estandartes de la única cara amable que tenía Colombia: su Selección. Así, eran figuras de la catarsis colectiva que necesitaba el país; figuras que daban luces de esperanza en uno de los momentos más oscuros de esta patria remendada.

 

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Los humoristas supieron aprovechar el papayazo. Foto: Archivo El Espectador

La elección de Maturana y su participación, claro, no estuvo exenta de cuestionamientos. Por un lado, el más jocoso del asunto, algunos caricaturistas (entre los que sobresalían Osuna y Al Donado) se mofaron del “seleccionador constituyente”. Por otro lado, se le cuestionó la inasistencia a las sesiones y el doble salario que devengaba por ser en ese momento entrenador del Real Valladolid. ¡Y con razón! En su estancia en la Constituyente, La Contraloría General de la República, de hecho, ordenó anular dos cheques a ‘Pachito’ por haber faltado a su trabajo sin ninguna justificación legal. Si en el fútbol ha sido intachable, en la política no tanto.

 

Pero más allá de cualquier polémica, ¿qué alcanzó a hacer Maturana en la Asamblea Nacional Constituyente? Puntualmente fueron dos propuestas. La primera de ellas, tremendamente conservadora, estuvo muy alejada de la ideología libertaria y anti-retardataria de “su” partido. Maturana apeló a la necesidad de rescatar los “principios morales que se han (habían) perdido”. Para él, esto significaba volver a la idea de “un Dios punitivo”, respetar a los mayores, rezar el rosario en casa y atajar los malos pasos de los hijos. Argumentaba que este era el camino para encontrar las “aguas de tranquilidad y seguridad”. Los hombres de fútbol siempre han sido hombres de enorme fe religiosa; difícil pedirle peras al olmo.

 

Lo segundo que hizo fue presentar unos proyectos de ley relacionados con la dignidad humana. Para eso propuso mecanismos que permitieran la vigencia real de derechos al trabajo, la igualdad, la recreación y el deporte, pues los consideraba elementos fundamentales para la construcción de una paz (estable y duradera, diríamos hoy).

 

El Maturana político fue fugaz, duró apenas tres meses. Un suspiro. Renunció el primero de mayo de 1991 a través de una carta en la que expresaba tres razones para su marcha. La primera era la protección de la “credibilidad y seriedad” de la Asamblea; la segunda, la protección de la imagen del partido AD-M19; y la tercera, el propio cuidado de su imagen de persona “honesta, seria y responsable”. Con la modestia que lo caracteriza, y sin ánimo alguno de generar polémicas o escándalos, el entrenador explicó que sus diversos compromisos deportivos le impedían el desempeño de las funciones como constituyente. Además, para ese entonces estuvo a punto de convertirse en técnico del Real Madrid. ‘Pachito’ no tenía un minuto libre. Con su renuncia, dijo también que no volvería a aspirar a cargos políticos, que se iba a dedicar a lo que sabe y para lo que es bueno: al fútbol. Menos mal…

 

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Foto:

John Jairo Bonilla/ETCE


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