La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Maradona va las canchas y las llena por lo que fue. Hace rato dejó de hacer, vive de lo que hizo. Su mundo es solo de él y en ese mundo es rey, Dios y religión. Sus devotos, quienes alimentan su mundo de fantasías, lo acompañan a donde va y le cantan, le rezan, le suplican como si fuera un profeta. Hace unos años, de hecho, le montaron su iglesia y allá sus seguidores más fieles se casan y hasta se bautizan en su nombre, el nombre de Dios.
El origen de toda la ficción del Diego se entiende y hasta se admite hasta cierto punto. Como toda historia de superación humana -se puede comprobar en el cine, la literatura- la del Diego tiene obstáculos, enemigos, dificultades, caídas, golpes de injusticia, el mal enfrentado con el bien, los leales amigos, el mundo ordinario y el extraordinario, el aprendizaje y el esperado triunfo. La del Diego es la clásica historia del héroe.
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Pero eso fue hace casi cincuenta años y parece que todo sigue igual. Que Diego sigue igual. Que Argentina sigue igual. Que el mundo del fútbol sigue igual. Y no, nada más ajeno a la realidad. Diego ya no es el mismo héroe mitológico que vemos en Youtube. Ya no es aquel nene iluminado que enfrentó la realidad y ganó la guerra que su país no pudo. No, Maradona ha envejecido, como todo, y no ha envejecido bien porque sus devotos no lo han ayudado. Él sigue ahí, saltando con la mano pegada a la cabeza, esquivando seis ingleses, estancado en el tiempo. Y es hora de que alguien lo baje o, por lo menos, le diga algo a distinto a lo de siempre.
Diego, amigo, basta. Te lo diremos simple y cortito: ¿Acaso no te das cuenta que te convertiste en la figura capitalista, industrializada y mercantilizada que tanto odiaste y supuestamente odias todavía? ¿No te has dado cuenta que eres la joya de la publicidad y de los empresarios del fútbol que tanto odiaste? Haces gastar y gastar y gastar a tu pueblo del fútbol para que se rindan eternamente ante ti; como las figuras que llevas en el brazo y en tu gorra favorita: empezaste siendo un rebelde y terminaste siendo una pieza más del sistema que tanto te molestaba. Pará, Diegote, es hora de descansar.
Foto: Futbolred