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“Boludeces” o al menos así describió Lionel Messi las jugadas que lleva pitando el VAR durante esta Copa América. Así fue hasta el partido entre Brasil y Argentina, encuentro al que el video arbitraje decidió no asistir. Leodán González, el central de la sala de monitores, decidió que por un día no habría Gran Hermano y se comió dos penales más claros que el sol tras el eclipse. Tras un par de años, la Conmebol sigue sin ofrecer garantías en su VAR.
Antes de El Clásico del Mundo, los árbitros de la Copa América llevaron al límite las reglas para poder aplicar el VAR en todas las jugadas que pudieran. La “boludez” número uno llegó con la instrucción de no pitar los fueras de lugar en cancha. Antes del torneo, la recomendación para el línea era dejar que la jugada continuara tenía dudas, algo sensato la verdad. Pero al parecer la instrucción se entendió como no pitar nada pues total el VAR revisará la jugada. Así vimos “posibles” fueras de lugar de metro y medio que revisó el VAR cuando el línea hubiera podido evitar la revisión.
Los árbitros centrales se sumaron con la segunda “boludez” cuando empezaron a sancionar patadas y codazos solo como tiro libre esperando que el amigo de arriba les dijera si alguna era roja o amarilla. Nos llenamos de partidos torpes, agresivos y pausados. La Conmebol dejó ver el lado más dictatorial y dependiente del VAR, ese que la FIFA quiso evitar al permitir su intervención en solo cuatro casos.
Pero bueno, entre boludez y boludez al menos los jugadores sabían qué esperar del arbitraje en una Copa América que en muchos sentidos le quedó grande a Brasil y a la Conmebol. Así saltó Argentina a la cancha. Messi y compañía tocaron el balón conscientes de la doctrina que manejaba el arbitraje. Sin embargo, el partido fue todo lo contrario a lo que veníamos viendo. La justicia fue igual para todos durante el torneo hasta que el local tuvo que enfrentar a su mayor rival por un cupo en la final. Ahí cambió la historia. Brasil jugó bien y Argentina, sin ser un gran equipo, también. Aunque el arbitraje no fue bueno desde el inicio, el local ganaba 1-0 y lo merecía. Eso sí, cuando Argentina se creció y Dani Alves (amonestado) derribó en el área a Agüero, ni central ni VAR quisieron ver el monitor, y eso que de esa jugada nació el 2-0 para Brasil. Ya con la ventaja doblada, Arthur chocó con violencia a Otamendi en el área local, situación que tampoco fue revisada. La tercera boludez fue dejar de hacer las primeras dos, las que venían haciendo todo el torneo.
Toda la Copa América se midió en segunda instancia y el martes fue a la vieja escuela. Pasamos de un extremo a otro sin visitar el punto de equilibrio. A la larga, es difícil entender el funcionamiento del VAR si la Conmebol se empeña en cambiar las reglas de juego todos los días, o lo que es peor, ¡en la semifinal para beneficiar al local! Diría que estamos igual que antes, cuando era normal que dos penales así se le pasaran al central, pero la verdad es que estamos peor. El VAR no viene a hacer el arbitraje perfecto, pero sí a borrar este tipo de injusticias. Lo había hecho con demasiado protagonismo durante la Copa, pero al menos estábamos exentos de grandes polémicas. Tras lo visto el martes, era mejor que el árbitro central ecuatoriano Roddy Zambrano y el uruguayo Leodán González se hubieran mantenido en la línea boluda que tenía el torneo y no en el drama del pasado.