Psicólogo en desuso, editor aficionado y futbolista recontra frustrado.
La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
El plantón a la FIFA fue monumental. En un evento que se edifica sobre las nuevas leyes del mercadeo, la ausencia de los dos extraterrestres fue demasiado nociva para el prestigio del The Best. No solo porque el interés de la gente disminuyó, sino porque se hablará más de ello que del premio en sí mismo. Pero objetiva- y legítimamente ese es un muerto que no debería ser de ellos. Por otro lado, si bien es cierto que el éxito del evento no tiene por qué importarles a Messi y a Cristiano, sí hay que decir que sus sillas vacías dejaron un muy mal sabor.
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Las ene mil veces que estuvieron ellos ahí, recibiendo el premio con los ojos brillantes y una sonrisa de oreja a oreja, nunca se olvidaron de sus compañeros. Siempre los reconocieron y aceptaron públicamente que ellos no serían los mejores del mundo sin los demás, sin los actores de reparto. Desde el pedestal siempre fueron capaces de reconocer lo atípico que es un galardón individual en un deporte que es 100% colectivo. Desde arriba nunca se les olvidó.
Ahora, cuando les tocó estar abajo, en cambio… Cuando les tocó a ellos ser los “compañeros”, los actores de reparto, los que aplauden por fuera del radiante foco de luz, entonces de repente pareciera que todo eso dejó de ser sustancial. Si son los segundos, los terceros o los cuartos, como les tocó ser esta vez, entonces no se sienten importantes. A sabiendas de que no serían ellos los del discurso, por la razón que fuere, decidieron no presentarse y con ello perdieron la oportunidad de darle significado real al mensaje de colectividad y agradecimiento que tantas veces han pregonado cuando les ha tocado estar en la punta del podio. Las palabras, parece, lo aguantan todo.
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Para ellos que llevan décadas siendo el centro de atención de la gala ya debe ser aburrido. Pero aburrido es para para todos, hasta para Modric que lo ganó, aburrido para nosotros que la seguimos viendo con la esperanza de que algo entretenido pase. Y seguiremos esperando, porque la entrega del premio The Best se ha convertido en un repertorio trillado e interminable de malos chistes, de entrevistas “espontáneas” y de momentos incómodos. No es loco que les dé pereza y solo ellos sabrán el motivo real de su inasistencia. De cualquier manera, más allá de eso, se trata de un acontecimiento íntimo en el que los jugadores tienen la oportunidad de reconocer y ser reconocidos. Messi y Cristiano, parece, son buenos para lo segundo y muy malos para lo primero.
Quizá porque todavía no está acostumbrado y seguro porque nunca se va a ganar el The Best, pero yo me quedó con la sonrisa tímida y la felicidad genuina de Kanté. “Estoy gozando con todo el mundo y espero que todos pasemos una buena noche”, dijo el mejor representante de los actores de reparto cuando lo entrevistaron al frente de todo el público. Él seguro también se aburrió, y mucho, pero ahí estuvo, feliz, aplaudiéndose y aplaudiéndole a sus compañeros.
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