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El verano para James será movido: en Alemania ya anunciaron que, por pedido expreso del jugador, el Bayern no pagará los 42 millones para ejercer la opción de compra. En Madrid sabemos que ya no lo quieren, y menos a las órdenes de Zidane, que nunca ha sido devoto de Jamesito. Entonces, desde ya arranca la búsqueda por un nuevo club que lo abrace y le dé todo lo que necesita para que, por fin, vuelva a brillar.
Lo mejor para él, para su carrera, es que se vaya a un equipo nuevo en el que tenga los minutos que se merece y pueda volver a ser el capo que fue después de Brasil 2014. Dicen que Mendes, su representante, quiere enchutarlo como sea en la Juve. También se habla del Napoli, del PSG, del Arsenal, del Liverpool y hasta del Manchester United. Sin embargo, hay otro equipo, de nombre menos sonoro, en el que el 10 podría ser mucho más feliz que en todos los anteriores.
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Como almas gemelas que van por el mundo queriendo encontrarse, James y el Tottenham se necesitaban el uno al otro. ¿Por qué? Siga y le cuento.
1. Propuesta del Entrenador
El argentino Mauricio Pochettino —que el año pasado renovó un contratazo hasta 2023— ha logrado introducir un estilo de juego exitoso en el que se balancean el buen trato al balón, la triangulación rápida y las paredes con la fuerza física, la velocidad y el juego directo del futbol inglés.
Es un modelo bien ajustado a las necesidades del fútbol europeo, pero que no renuncia al estilo y la esencia del suramericano, y en el que siempre ha habido espacio para los volantes de manejo tipo Eriksen.
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Justo lo que James necesita: encontrar un ecosistema «europeo» en el que sus características de volante creativo no se vean aplastadas por las cadenas de la táctica. Si James lograra adaptarse a los ritmos de presión alta que impone Pochettino, con seguridad sería feliz en Londres.
2. Socios sobre el césped…
El Tottenham pasa por un momento dorado y una buena administración le ha permitido conservar a los grandes jugadores. De mitad de cancha para arriba abundan el talento, la movilidad y las variantes. Si hay algo que les vendría bien a Kane y Son (imagine una versión inglesa de Falcao y Teo en su mejor momento) sería comenzar a ser «alimentados» por una zurda como la de James. Junto a tipos de la calidad de Christian Eriksen y Dele Alli, el colombiano podría formar una de los mediocampos ofensivos más versátiles del mundo. Eso, sin entrar a discutir lo que podría hacer James aprovechando la velocidad, el vértigo y la amplitud de Trippier, Rose y Lucas Moura.
Atrás, todo sostenido sobre la solidez defensiva y el despliegue de volantes como Wanyama, Dier y Winks que además saben saltar líneas para nutrir a los de arriba.
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3. Titularidad y competencia
Como en todo equipo de élite, la competencia sería feroz. Sin embargo, a diferencia de lo que pasaría en Juventus, Madrid o Bayern, en los Spurs James tendría las de ganar (sobre todo, si los rumores de la salida de Eriksen a un grande de España se hacen realidad). Por pergaminos, si sentara a Lamela no se armaría gran polémica en los tabloides ingleses y al mismo tiempo, la calidad del argentino y los demás volantes de la plantilla evitaría que James se durmiera en los laureles.
4.El gran proyecto Tottenham
James jugaría Premier y Champions, los dos torneos más competitivos que existen, y llegaría a formar parte de uno de los proyectos deportivos más ambiciosos de Europa: un equipo que combina con maestría juventud y experiencia, un entrenador de primera, un estadio nuevo, un complejo deportivo top y una hinchada fiel.
Hablar del Tottenham es hablar del décimo club más valioso del mundo, de un club de tradición en Inglaterra que va en camino de consagrarse en Europa. Imagínese que dos cracks colombianos hicieran parte de este cuento de hadas.
Así las cosas, James y el Tottenham se necesitan mutuamente. El 10 para volver a demostrar que está entre los mejores del mundo y los Spurs para seguir consagrándose en la élite del fútbol mundial.
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¿Y Dávinson?
Claro, eso también pesa. Ya Dávinson se ha hecho un hueco en el equipo, conoce el club y la ciudad. Tener un bastión para sostenerse y adaptarse puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. «Véngase pa’cá, mi so»
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El Informador