Busquets, Xavi e Iniesta. Xavi, Busquets, Iniesta. Iniesta, Xavi, Busquets. La fórmula suena bien en todas sus formas, y en todas sus formas nos remite a ese juego dulce y meditativo que hipnotizó a propios y ajenos, normalizó la perfección e hizo del FC Barcelona el paradigma del mundo fútbol.
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Fueron muchas las jornadas de Champions, los martes y los miércoles, que fluyeron al son de la melodía perfecta que compusieron estos tres. Fueron muchos los fines de semana en los que el deleite estético que nos regaló la tríada del 6, el 8 y el 5 superó por mucho lo que ofrecieron los teatros, los cines y las discotecas.
Mientras estuvieron juntos fue fácil no sentir culpa por dejar de asistir a los almuerzos familiares y a los compromisos de pareja por quedarse viendo un Barcelona vs. Sporting de Gijón. Y es que siempre pasaba algo, y es que siempre, en algún tramo del partido, el narrador abandonaba la palabra y se entregaba junto al espectador a contemplar en silencio ese baile sincronizado que Pep Guardiola diseñó gracias a ellos –y con el que España fue campeón del mundo–. De Busquets a Xavi, de Xavi a Andrés, de Andrés a Messi… ¡Touché!
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Pero ese equipo se acabó, y de esa combinación sin réplicas solo queda vivo Sergio Busquets, ahora comandante, y un Lio Messi que transita por su recta final. En Barcelona se habla de revolución y el fichaje de Arturo Vidal, jugador total pero antítesis de la vieja guardia, ha abierto las heridas de los nostálgicos que aun se niegan a cambiar de frecuencia y a los que les duele el rock pesado que el rey chileno pondrá de moda en Barcelona. Aunque Arthur – al que los temerarios ya han llamado el nuevo Xavi– y el juvenil Ricky Puig se asoman desde abajo como sucesores naturales de el 8 y del 6, la afición no es boba y sabe que Vidal y Rakitic no harán las segundas voces; el coro que configurarán con Busquets será muy distinto a la sinfonía sin solos de antaño.
Se entiende. La nostalgia se entiende. Arturo es un fichaje raro para todos los que pensamos haber conocido la perfección con el Pep Team. Sin embargo, mirado en perspectiva y aferrados al hecho inexorable de que el tiempo todo lo transforma, será una linda novedad ver cómo el Barca se las arregla para no perder su estampa con la llegada del excéntrico Vidal. Con él vienen otros tiempos, otros ritmos, otra forma de entender el juego y de buscar dominar. Ser testigos de esta nueva apuesta es un incentivo más para esta nueva temporada en la que el Arsenal, el Atlético, el Madrid y el Chelsea se quieren reinventar.
Además, la música de Xavi, Iniesta y Busquets seguirá en el aire como ese producto perfecto que nunca se repetirá. Es la ley de la vida. Qué comience la función.
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