El día en que Neymar supo que nunca superaría a Ronaldinho

Hablaelbalón

Esto pasó en Julio de 2011, en el estadio Vila Belmiro de Santos por la fecha 12 del Brasileirao.

En Santos, que jugaba de local, de blanco, un muchachito rebelde con cresta y con el número 11 en el dorso acaparaba todos los focos: Neymar Junior. A su lado, Elano, Ganso y Borges ponían los juegos artificiales.

De visitante, de rojo y de negro,  Flamengo, el equipo con más hinchas en Brasil que ese año sorprendió a todos en la ventana de fichajes y le entregó la número 10 a Ronaldinho Gaucho, que llegó directo desde el A.C. Milan. A su lado, el eterno Leo Moura, eu crack Thiago Neves y Renato.

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El asunto es que al minuto 25′, Neymar recibió el balón pegado a la banda izquierda, gambeteó a dos en una baldosa, propuso una pared y, entrando al área, se inventó un firulete espacial que terminó con una pinchadita feliz que después se convirtió en Premio Puskas. Ese gol fue el 3 a 0 y en Santos pensaron que la cosa estaba terminada: que vendrían 65 minutos de Carnaval de Neymar y de Ganso.

Tres minutos después, sin embargo, Dinho puso el 3 a 1, otro tres minutos después Thiago Neves hizo el 3 a 2; luego Elano se comió un penal por cobrarlo a lo Panenka; y al minuto 43′, después de un córner venenoso de Ronnie, el Fla hizo el 3 a 3. Ronnie, siempre Ronnie… Y así se fue el primer tiempo.

En el segundo tiempo, otra vez Neymar hizo de las suyas y, como jugando con niños, asaltó el área y puso el 4-3 al minuto cinco.  Y entonces… Y entonces, por si quedaba alguna duda, volvió a aparecer el genio de genios, ‘O Príncipe’, ese que una vez salió aplaudido del Bernabéu y que revivió al Barcelona, ese que fue campeón del mundo en 2002 en el mejor Brasil que esta generación ha visto, ese que fue premiado dos veces como el mejor jugador del mundo, el que introdujo a Messi en el fútbol de élite y le dio la asistencia para su primer gol como profeta, el mismo que se mamó de la presión y entonces se dedicó a combinar las gambetas con los tambores y los placeres de la noche.

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Apareció, la acomodó y la acarició por debajo de la barrera, en un tiro libre sublime que nos recordó a sus mejores años. Pero eso no era suficiente, a diez del final, él mismo abrió el pie y la acarició de izquierda a derecha al segundo palo…4-5. Game Over.  Y en ese instante preciso Neymar supo que jamás lo superaría. Gracias.

Les dejamos el video, para que sepan que no es ficción.

Foto:
RedGol