Colombia arrancó su nuevo ciclo ganándole a Japón en Yokohama. Esto es lo mejor que nos dejó el debut de Carlos Queiroz en el banquillo de la Selección.
Con medias rojas y una camiseta arriesgada, así arrancó la Era Queiroz. Al frente estuvo Japón, una selección a la que seguimos mirando por debajo del hombro, pero que juega muy bien y ciertamente sabe cómo complicarnos. Si el debut terminó siendo feliz fue porque los japoneses no estuvieron finos de cara al arco, porque Camilo Vargas estuvo fenómeno y porque a la hora del té, nuestros nombres sí tienen más jerarquía.
Pero honestamente, ¿qué esperábamos? Que en el primer partido ya íbamos a ser un equipo aceitado y solvente. Claro que no. Este primer esbozo dejó claro que hay muchas cosas por mejorar. Sin embargo, a nivel de idea de juego vimos cosas muy buenas.
Todos juntitos…
Después de Brasil 2014, el proceso de Pékerman comenzó a descuajarse y durante toda la eliminatoria, y luego el Mundial de Rusia, no tuvimos una idea de juego colectivo elaborado. Vimos un equipo muy vertical, de juego largo, que en vez de viajar junto prefería cazar las segundas jugadas y explotar las individualidades en el último cuarto.
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Con Queiroz sí vimos una intención clara de construir desde atrás, de elaborar, de progresar en bloque, de sacar limpio el balón y parar al equipo en campo contrario. Esta ambición, sobre todo en el primer tiempo, nos salió costosa, pues los japoneses presionaron con agresividad y expusieron las limitaciones de Lerma y Barrios con el balón. Nos ahogaron en la salida y rompieron siempre el circuito en nuestra cancha, por lo que quedamos desprotegidos y defendiendo muy cerca de Vargas. Como el balón nunca les llegó, James, Villa y Muriel apenas fueron espectadores tímidos del incendio que montaron los japoneses. Nos hicieron daño y pudieron habernos hecho más de un gol.
Al técnico le habrá quedado claro que será muy difícil imponer esa idea si mantiene a dos volantes de primera línea con las características de Barrios y Lerma. Más allá de que tuvieron un primer tiempo penoso, es claro que hace falta, por lo menos, un volante más juguetón que combine mejor por adentro y tenga más recursos con el balón. Nos quedamos con ganas de ver a Cuéllar y la convocatoria de Cantillo, tranquilos, se caerá por su propio peso.
Buena dirección técnica
Los buenos técnicos no son los que nunca fallan, son los que sabe corregir sobre la marcha. Eso hizo Queiroz. Se dio cuenta que Japón lo estaba matando y decidió, por pragmatismo puro, promediar con la idea Pékerman. Sacó a Villa, que jugó aislado todo el primer tiempo, para meter a Duván y tirarle el balón. Un juego más vertical. La presencia de la Pantera alejó a Japón del área de Camilo y activó a James, Falcao y Muriel. Así, Colombia pudo respirar. El campo se hizo más largo y ancho y los laterales encontraron apoyo para encaramarse en el campo de Japón. En una de esas, llegó el penal y el gol triunfo.
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Tú tranquilo
En los últimos quince, con el 1-0 y luego de que el Queiroz hubiera sacado a Falcao por Matheus para comenzar a salvaguardar su primer triunfo, Japón apretó y Colombia volvió a retroceder. Nos salvó la jerarquía de Camilo, que estuvo impecable durante todo el partido y sobre todo en la recta final. Ágil, atajador, agresivo para achicar. Le cayó una oportunidad del cielo y no la dejó escapar. Colombia tiene un par de arquerazos, eso quedó claro. ¡Tú tranquilo!
Tú tranquilo, también, porque en los últimos diez minutos vimos al futuro del ataque de Colombia. Morelos y Díaz entraron enchufaditos y confiados. El del Rangers fue dinámico y acertado con el balón. El Guajiro la tocó poco, pero cuando lo hizo derrochó técnica y fue picante. Al final, casi hace un golazo que lo hubiera puesto derechito en el fútbol de Europa. No desentonaron; sí ilusionaron, y mucho.
Dale que dale, Colombita.
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