La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Una lista más y Queiroz, con acciones y palabras, comienza a mostrar sus verdaderos colores. Esta, sin la urgencia que se tenía antes de la Copa América, puede interpretarse como “su” primera lista, la auténtica, ya sin trazos de Pékerman. Novedades hay en todas las líneas y cada ausencia es una declaración de intenciones.
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El mediocampo, sin duda, fue el clímax del nuevo discurso. Don Carlos aprovechó la (¿oportuna?) lesión de James para prescindir de todo volante de manejo que atesore un pasaporte colombiano. Como alternativa se centró únicamente en dos fenotipos: músculo y dinámica para defender, vértigo y gambeta para desequilibrar en el uno contra uno por las bandas. Lo más parecido que tiene la convocatoria a un organizador se llama Juan Guillermo Cuadrado y pues… Es un equipo reactivo y vertical: la ‘digievolución’ de lo que nos presentó en Brasil 2019.
En esta nueva Colombia, se sabe, no habrá espacio para Cardona y, se intuye, tampoco para tipos como Ricaurte y Jarlan Barrera, que esta vez, más que nunca, merecía su llamado. Luego habrá que ver cómo encaja, si acaso encaja, Juanfer en los planes del portugués. Eso fue lo que escogimos cuando nos casamos con Carlos Queiroz y este no es un reclamo producto de la nostalgia o una de esas declaraciones chimbas sobre “el espíritu del calidoso del fútbol colombiano”. Sin embargo, en este contexto, preocupa puntualmente la situación de Vïctor Cantillo.
Hace dos años, Cantillo fue una explosión futbolística (y mediática) como la de Muñoz, de inmediato se le consideró material de Selección. Un volante de primera línea más cercano a Abel Aguilar que a Wilmar Barrios, de físico “frágil”, pero muy privilegiado técnicamente. Un tipo con menos despliegue que Mateus y Lerma, pero ideal para llevársela siempre limpita a James.
Desde su aparición, rápidamente, se convirtió en pilar del Junior (bicampeón) y si no tuvo oportunidades en la Selección fue porque se consideró que estaba muy viche para jugar un Mundial; en ese momento la prioridad era otra. Pékerman lo llamó para medirle el aceite en los amistosos contra Francia y Australia y entonces supusimos que después de Rusia 2018 se haría habitual verlo en las convocatorias. Incluso Queiroz lo metió en la preselección para la Copa América, y se presumió que no quedó en la definitiva por falta de experiencia.
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Por eso ahora, llegados los amistosos, sin presión ni premura, era el momento para darle una oportunidad a Cantillo. Por proceso y por lo que potencialmente le podría aportar a la Selección, extraña que no se le haya contemplado como una para probarlo al menos. Preocupa porque comienza a dar la sensación de que Víctor no es el tipo de volante que llena a Queiroz. Preocupa porque ya tiene 25, el tiempo pasa y si no se le incluye dentro de los nombres de la renovación podría pasarse. Preocupa porque la Selección se estaría privando de un soberbio futbolista.