La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
El verano europeo es una época horrenda. No porque no haya fútbol, porque lo hay, sino porque el que hay se siente lejano. Aunque en Suramérica ya arrancó el fútbol, la prensa, que debería estar hablando de cómo van las Ligas Águila o de los octavos de final de la Copa Libertadores, se la pasa es prendiendo la máquina de humo. Todo nuestro fútbol se ve asfixiado por el torbellino de rumores del mercado de fichajes, las vacaciones de los futbolistas y los insípidos amistosos de pretemporada que juegan los equipos europeos en países exóticos.
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No es que no nos interese cuál será el próximo destino de Neymar, Bale o James, pero es decepcionante que hace tres semanas los medios no hablen de nada distinto, y, peor, que lo que se diga sea pura especulación para engordar los titulares y traer clicks. Entristece que a las ocurrencias y ensoñaciones de una sala de redacción se les dé trascendencia y carácter de veracidad: “que es el Napoli, que es el Atlético, que según Pepito, si Neymar llega al Barça entonces Coutinho irá al United, y si Coutinho va al United Eriksen sonaría para el Atlético, y así lo más probable es James se quede en el Madrid… y bla bla bla”. Todos los días un rumor distinto sobre un personaje distinto. Tanto que si cambiamos los nombres de los futbolistas por chlichés como Renata o Vicente tendríamos el guión cerrado de una telenovela mexicana. A eso se le llama periodismo deportivo en Colombia.
Esta época, pues, no solo enerva. También duele. Porque es el momento del año en el que se hace (más) explícito que nuestro fútbol colombiano está devaluado y que el fútbol europeo (y sus medios de comunicación) están captando todo el interés de las nuevas generaciones. Por eso —para sobrevivir en la guerra del click— hoy vale más hablar de la novela de un juvenil de 16 años que le robó el PSG al Barcelona que de nuestra liga local. Por eso la auto-humillación, el auto-desprestigio, la inmolación de recurrir a artimañas como robar tres fotos de sus cuentas de Instagram para hablar de las novias de los futbolistas. Sin esto último, me atrevo a decir, no habría un solo portal de fútbol colombiano funcionando.
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No hay mucho que hacer para que las cosas cambien, pues el problema va mucho más allá de la calidad del espectáculo, que es la razón más evidente. Entonces, mientras en Suramérica no nos ajustemos al calendario europeo, siempre llegará este momento cruel, en el que el chismerío y los amistocillos del fútbol europeo se le paren en la cabeza a lo mejor del nuestro.
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Pasión Libertadores