La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
En Hablaelbalón se burlan de mí porque escribo mucho sobre James y nunca escribo bien de James. Me han acusado de envidioso y de endofóbico, pues a ellos, a mis compañeros, les parece que mi “mala leche” se debe al simple hecho de que es colombiano. Y bueno… Envidioso, seguramente; endofóbico, no creo. Al revés. Si James no fuera colombiano me tendría sin cuidado. Si escribo de él, si me importa tanto, es justamente por eso, porque compartimos el pasaporte y lo quiero y lo admiro como todos los demás colombianos.
El hecho es que sí, cada vez que puedo escribir de James, lo hago. Y siempre que me he referido a sus actitudes por fuera de la cancha, lo he criticado. Esta vez, anticipo, no va a ser la excepción.
Le va a gustar: El equipo perfecto para James
Con su salida del Bayern, James sigue bajando escalones y cada vez más, la trayectoria de su carrera corresponde menos a su potencial. Los caprichos de su ego, la incapacidad para convivir armónicamente con sus entrenadores y una falta de humildad que no le deja ver que comparte vestuario con jugadores que son, por lo menos, tan buenos como él se han impuesto por encima de su talento descomunal.
La afirmación suena dura, pero es como es. No hace falta ver la forma en la que lo despidieron del Bayern para saber que hinchas y directivos querían que se quedara. Fue él el que pidió salir y el club se lo permitió, muy a pesar de que hubieran podido pagar los 42 millones al Madrid (¡gangazo!) para luego venderlo más caro al mejor postor. “El estilo del Bayern no es hacer tráfico con personas”, dijo Rummenigge cuando le preguntaron sobre esa posibilidad, quizá para intentar hacerle entender a James la grandeza y los valores del club al que estaba renunciando.
No deje de leer: Consejos para apostar en línea y no perder el control
Igual, James decidió que se iba. El argumento fue el mismo por el que se fue de Madrid: necesita más minutos y no se siente valorado por Niko Kovac. Esta vez, sin embargo, el supuesto es frágil. Es verdad que jugó poco, pero fue así por la racha desafortunada de lesiones que lo acompañaron durante toda la temporada, de principio a fin. Primero fue el gemelo, luego el tobillo, después la rodilla, finalmente el aductor y otra vez gemelo: en total fueron más de 100 en días en los que no estuvo disponible para jugar y aunque Kovac nunca tuvo grandes gestos de cariño con él, sí le dio minutos importantes en partidos cruciales. Minutos en los que, por la razón que fuere, James no marcó diferencias.
Al final, para exigir hay que demostrar y James, mejor, optó por salir corriendo a otro equipo en donde “sí lo quieran”. Como si en Juventus, Arsenal, Liverpool o cualquier otro de los enemil equipos que han sonado no tuviera que llegar a competir a muerte por un puesto. En Napoli quizá, con la salida de Hamsik y la presencia de Ancelotti, la tenga más fácil para jugar. Pero, sin restarle mérito a nadie, una cosa es el Bayern y otra cosa (más chiquita) es el Napoli.
Que la temporada anterior haya sido difícil, no significaba que la siguiente tendría que ser igual. Para jugar en los más grandes entre los grandes hay que saber lidiar con la presión de competir a diario por un puesto, pues, después de la calidad, ese es el primer filtro para estar ahí.
Termine con: Duván, por favor no te vayas al Real Madrid
James se está yendo de un club gigante en el que lo quieren como no lo han querido en ninguna otra parte. Los dados ya están en el aire y ahora que pase lo que tenga que pasar. Cero y van dos. Ojalá, después de un año de estabilidad y minutos en abundancia, la cosa vuelva a coger de para arriba.
Foto:
Futbolete