Esto es todo lo que se sabe de «John» , el seudónimo del encargado de filtrar los documentos de Football Leaks que tienen temblando al mundo del fútbol.
Lo más probable es que hoy haya estado sentado en un bar de cualquier ciudad en Europa, borracho por tomar cerveza y celebrando el golazo que Cristiano Ronaldo –su jugador favorito– metió en Champions. Seguramente terminó amargado por la derrota de CR7 contra el Manchester United, salió de la mano con su novia y partió rumbo a la estación de tren para viajar a cualquier otro lugar, tal como está acostumbrado a hacerlo cada dos noches, todas las semanas.
Rafael Buschmann, periodista alemán del periódico Der Spiegel, es de los pocos que conocen la cara de «John». Joven, pelo negro, desaliñado y buena onda. Así lo describe el periodista del medio que ha publicado, desde la semana pasada, varias historias de Football Leaks, las filtraciones de correos, contratos y otros documentos que involucran a grandes figuras y clubes de fútbol en irregularidades financieras.
Hoy, junto a Der Spiegel, hay otros diez medios del consorcio de Colaboración de Investigación Europeo que, con un equipo de más de 60 personas incluyendo periodistas, abogados e ingenieros, lleva más de un año revisando e investigando millones de documentos que hoy publican en forma de reportaje periodístico. Pero hace tres años, en el verano del 2015 cuando nació la web Football Leaks, solo era «John» contra el mundo.
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Incluso con el respaldo de grandes medios y después de haber hablado con Rafael durante más de un año, «John» sigue siendo muy precavido a la hora de hablar sobre las fuentes que le envían los documentos. A diferencia de lo que se puede pensar, asegura que él propiamente no es ningún hacker y se limita a decir que tiene una muy buena red de fuentes en todo el mundo, algunas, incluso, ni siquiera saben que son fuentes.
Lo único que se sabe, entonces, es que en ese verano del 2015 y como una página de internet cualquiera, Football Leaks empezó a publicar contratos de los mejores futbolistas del mundo. A diferencia de otros deportes como el basket de la NBA, la información relacionada con las ganancias de los jugadores de fútbol es (era) totalmente hermética. Por eso, las revelaciones de Football Leaks hicieron ruido al momento, no solo en hinchas, movidos por el morbo de saber cuántos ceros tenían los cheques de sus ídolos, sino también en los organismos de justicia europea que encontraron sospechosos los movimientos a paraísos fiscales por parte de figuras como José Mourinho y Cristiano Ronaldo.
Las filtraciones también llamaron la atención de varias empresas de agentes deportivos que empezaron a buscar la manera de acabarlas. Algunos, de frente, le llegaron a ofrecer más de 650.000 euros a John por todos sus discos llenos de información. Otros, menos escrupulosos, intimidaron a los sitios que alojaban la web de Football Leaks y lograron que, más de una vez, la página se cayera.
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John, con cada nuevo contrato que recibía en su correo, se convencía de que todos los futboleros, iguales a él, tenían el derecho de saber cuáles eran los hilos oscuros que se movían detrás del deporte de todos.
La presión de aquellos que querían frenar su trabajo crecía como la espuma de las cervezas que se tomaba para liberar la tensión. La sensación de siempre tener a alguien en los talones lo llevó a empezar a moverse de ciudad en ciudad con frecuencia y a instalar un software en su celular para que la señal de GPS lo ubique siempre en algún punto remoto del polo norte.
En la primavera del 2016, saturado por el estrés de vivir huyendo y cansado de levantar una y otra vez la web, «John» cerró Football Leaks, pero no tiró la toalla. Buscó al periódico alemán Der Spiegel para darles, sin recibir ni un euro a cambio, todos sus discos duros con millones de documentos.
Desde entonces, «John» se ha visto varias veces con Rafael Buschmann e incluso ha ido a las instalaciones del periódico. Allí, en un cuarto al que tienen acceso solo nueve personas y que está protegido contra cualquier filtración o hackeo, «John» se sienta frente a una pantalla, se quita los zapatos, deja sus pies con medias rotas al aire libre y pasa horas revisando y clasificando documentos.
Hoy más que nunca, «John» es el hombre más buscado por los poderosos del fútbol. Él mismo asegura que el todopoderoso Jorge Mendes ya tiene a un par de hombres con la tarea de «hacerse cargo» de él. Y después de las revelaciones que se han hecho esta semana, hasta Gianni Infantino debe sufrir de insomnio pensando en su nombre.
Él, mientras tanto, ya se acostumbró a la vida de un «soplón». A vivir de tren en hotel y de hotel en bar. Junto a su chica, se ganan lo necesario para comer vendiendo antigüedades por internet. Y por irónico que parezca, todavía es capaz de sentarse a disfrutar de cualquier partido de fútbol, como si por 90 minutos, consiguiera borrar de su cabeza todos los secretos oscuros que conoce de aquellos que están en la cancha.