La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Hay muchas valoraciones que uno podría hacer del partido de anoche contra Santa Fe. Que igual ganamos el partido que importaba, que los penales son una lotería, que Santa Fe juega horrible. En realidad ninguna cura la tusa. La tusa es como el guayabo: hay mil remedios pero ninguno funciona. Por eso quiero aprovechar unas líneas para hacer el duelo. Coserme la cicatriz con puntos, comas y palabras. En últimas, creo que hay razones para estar (in)tranquilo.
Primera sutura: El rival también juega.
Creo que de todas las frases de cabecera que tiene el Profe Miguel esta es la que más me gusta: “El rival también juega.” Se la he escuchado una hermosa cantidad de veces, siempre como respuesta a alguna pregunta/hipótesis mediocre de un periodista que se cree Guardiola.
Y es que Santa Fe sabe jugar a no dejar jugar. Jugar contra Santa Fe es nadar en un mar de patadas. Sin embargo, la marea siempre baja y el cansancio trae los errores. Aprovecharlos viene en el segundo punto, pero hay que reconocer lo de Santa Fe. Lleva tres años imponiendo su estilo de juego en todas las canchas (colombianas, argentinas, chilenas, etc.). Su orden táctico es impecable, y sorprende que todos lleven tantos años creyendo en el proyecto sin cuestionarlo. A veces pierde, es cierto, pero a donde va lleva sus leñadores y se juega como ellos mandan: a nada.
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Segunda sutura: El verbo más importante
El verbo más importante del fútbol: cobrar. Los jugadores top lo saben y por eso los que saben cobrar errores cobran millones de dólares. River vino al Campín a recibir patadas de Santa Fe pero Pratto tuvo una y la mandó a guardar. Una sola tuvo el Puma Gigliotti y nos sacó de Libertadores. En cambio, Ayron tuvo dos, Román tuvo dos y Salazar tuvo la más clara del partido en el minuto 85 (casi otro cuento de hadas).
Si usted suma el salario de los tres azules no alcanzan a cobrar la mitad del salario de Pratto… Por algo será. Es extraño, yo sé, pero me reconforta saber que nuestro fútbol sin plata no es culpa de nuestros jugadores. Es culpa de un fútbol colombiano quebrado y un grupo de dirigentes azules que no quieren endeudarse para arriesgar. Al menos no es culpa de Russo. Eso me lleva al tercer punto.
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Tercera sutura: La banda de Miguel
Que sacó a Marrugo y ahora merece morir en la hoguera… dicen los barristas. No me parece. A Russo le salió su experimento: Macalister pescó algunos rebotes que luego Salazar pivoteó de primera a Ayron o a Hauche y entre los cuatro lograron tres o cuatro contragolpes peligrosos.
Sí, no los metieron, pero los cambios funcionaron porque dejaron de cagar a patadas a Marrugo en la mitad y por el contrario empezamos a pisar el área contraria. Yo sigo diciendo: a Russo se le pueden pedir todas las explicaciones que quieran, se le puede exigir todos los objetivos que quieran, hasta se le puede comparar con el que quieran, pero hasta que no le traigan jugadores de peso es difícil que levantemos una copa internacional, que clasifiquemos de primeros a los octagonales, o que ganemos la Copa Águila con una nómina alterna.
A los Russo-haters: les recuerdo que tuvimos a Richard Páez, a Ruben Israel y al innombrable Cocca (no les recuerdo del Chiqui García porque ni me quiero acordar). Ahora les pregunto, en los últimos años, ¿qué técnico le ha metido tanto amor a un proyecto en Millos? Además ya ganó una libertadores, móntenle un proyecto serio carajo. ¡Hacemos vaca si toca!
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RCNDeportes
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