Soy malísimo para los nombres propios y tengo muy mala memoria. Además del fútbol, mi deporte favorito es exagerar y equivocarme en las predicciones.
Sin duda, esta es la mejor (y más bonita) cara de Didier Drogba.
A los 5 años se fue de Costa de Marfil para Francia, donde lo esperaba su tio y un futuro mejor –allá estudiaría: se convertiría en abogado o en médico–. Antes de irse, el chico se enamoró de la pelota y viviendo con lo básico en un barrio popular en Yopougon fue un niño feliz que se tragó los días celebrando goles.
En Francia, el niño no se hizo abogado ni médico y más bien siguió dando lata con eso de la pelota: se convirtió en fenómeno, hizo miles de goles y hasta se ganó un Balón de Oro africano. La selección de Francia le abrió las puertas pero, aunque lejos y millonario, el chico no se olvidó del olor de su tierra, de su gente feliz y el sonido de sus tambores le seguía resonando bien adentro.
Por eso cuando volvió y se encontró con un país en llamas, roto por sus diferencias étnicas, con una guerra civil a punto de estallar, decidió usar sus millones de camisetas vendidas y su omniprescencia mediática para convertirse en el gran altavoz de la unidad y la paz. Justo después de clasificar a Costa de Marfil al Mundial de 2006, con micrófono en mano se apropió de la televisión nacional y, de rodillas, con la camiseta empapada en sudor, le imploró a los suyos: Perdonen. Perdonen. Perdonen; larguen los fusiles, que queremos disfrutar.
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Años más tarde, la guerra estalló y los betes del sudeste, los baulés en el centro y los diulas en el norte se mataron entre sí. Comprometido con la causa, cuando ganó el Balón de Oro le pidió al presidente Laurent Gbagbo –hoy juzgado por delitos contra la humanidad– que le dejará presentarlo en Baouaké, territorio rebelde. Insensato. Impensado. Inseguro. En Baouaké lo recibió una multitud y los rebeldes se sintieron otra vez parte del todo. La guerra terminó hace poco y él, Drogba, hizo parte de la comisión de la verdd y reparación. Llegó el fin de semana: cómprometase, ame a los suyos, como Didier.
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