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Es cierto que en su vitrina apenas tiene dos títulos, la estrella del 93 y la Copa del 2017. No les voy a negar que esa es una cifra tristísima para un entrenador que ha dirigido ocho veces al club y que, además, ha coincidido con las mejores nóminas de la historia de Junior. ¡Desaprovechó a la gloriosa banda del ‘Chateo’, por dios! Pero decir que Julio es solo eso: despilfarro de estrellas y no más, es una desfachatez y un irrespeto a su figura.
Más allá de los argumentos trillados y livianos que lo defienden —”es el entrenador que más conoce a la hinchada”, “es un barranquillero más y sabe qué es lo que quieren en el Metro”— existen razones de peso serias que hacen que Julio sea un monumento para la institución. Su figura y su legado van más allá de cualquier título. A Julio hay que medirlo en otra escala ¿No me cree? Veamos.
Si su basta sabiduría no se ha reflejado en títulos, sí lo ha hecho sobre la manera con la que ha manejado las inferiores del club. Por sus manos han pasado demasiados jugadores que se han convertido en insignias del fútbol nacional y, obvio, en cifras importantes para las finanzas de los Char. El método Pelo ‘e Burra es simple: hace debutar pelaos del Barranquilla F.C, recoge desperdicios de otros técnicos y los cobija, los orienta y los pone a jugar en las plazas y en los momentos más importantes. Les da recorrido y confianza para hacerlos estallar.
Un ejemplo del método es lo que ha hecho este semestre con Daniel Moreno y con Willer Ditta. Los hizo debutar y en poco tiempo han vivido cosas que muchos jugadores que llevan 15 años en el fútbol profesional no. Y mejor: han rendido en esos momentos cumbre. En Sudamericana, Willer suma dos partidos completos y Moreno tiene un gol y una asistencia en la bolsa. ¿Nada mal para unos debutantes, eh?
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Y qué decir del manejo que le ha dado a Luis Díaz. Arrancó siendo nada más que un velocista -otro Toloza, para algunos-. Sumados los números del Clausura del 2017 y del Apertura de este año jugó 51 partidos y solo hizo 3 goles. En cambio, en este semestre, con la confianza y el rodaje que le ha dado Julio, su talento reventó. En 11 partidos jugados en Liga, lleva 6 goles y es el goleador del equipo. Pasó de ser un cualquiera en Barranquilla, a ser convocado a la Selección. Mejoró su toma de decisiones, afinó la puntería y le subió varios dolaritos al precio de su ficha.
Esto no es nuevo, en el 2008, cuando el equipo vivía un infierno y peleaba el descenso con el DT ‘Sachi’ Escobar, Julio hizo lo mismo: convertir a unos pubertos en una mina de oro. Carlos Bacca, Vladimir Hernández, Teo Gutiérrez y Luis Carlos Ruíz, debutantes en ese equipo de las tinieblas, pasaron de chupar banca en un equipo que casi va a la ‘B’, a ser héroes y jugadores de kilos. Además de salvarnos, esa camada que Comesaña le mostró al mundo, le trajo al club más de doce millones de dólares.
Entonces, con las cifras bien claritas, ya no se vale decir que Julio está ahí porque es el uruguayo más costeño de todos, porque conoce como nadie las entrañas del club, porque se conoce de memoria Barranquilla y “es una marimonda más”. No. Julio, don Julio, está ahí porque ha hecho un trabajo serio, que mucho tiene que ver con el poder del Junior de hoy. Nadie como él ha hecho de talentos incipientes, realidades de oro.
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