Once Caldas no pudo pasar del empate a uno en el Palogrande y quedó eliminado en cuartos de final. Rionegro será semifinalista de la Liga Águila 2018-II
Los primeros cuarenta fueron la prolongación tediosa del partido en Rionegro. Mentiras. Estuvo más entretenido porque aunque el Caldas jugó igual de mal, Águilas le hizo honor a sus semestrazo. La pelota al piso y tac tac tac tac. Qué buen equipo. Sin afán, con paciencia, los muchachos de Bernal salieron a manejar los tiempos del partido con el balón. El Once ni se dio por aludido. Como si no importara, como si fueran ganando 3-0 cero. Nadie les dijo que de entrada estaban eliminados.
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Pero como el fútbol es fútbol, de la nada, en una jugada que no tenía color de nada, David Gómez sacó un zurdazo y la puso en el ángulo. El gol de su vida, su primero como profesional, pero un engaño para su equipo. Y nada peor que vivir engañado, pues justamente por el lado de Gómez, cinco minutos después, en el ocaso del primer tiempo, Hinestroza desbordó y tiró un centro perfecto. Velázquez hizo justicia… y el Palogrande, medio vació, iracundo y desadaptado, volvió a jadear de angustia. Al descanso, el Once con cara de eliminado…
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Y sí. Sabrá Bodhert cuál es la explicación: que el golpe de haber perdido la final con Nacional, que la lesión de Lemos, que se acabó la suerte, que los picos de rendimiento (de los que con seguridad está hablando Carlos Antonio Vélez). Quién sabe por qué, pero el Caldas no pudo ser el Caldas de mitad de semestre. Lo intentó y no pudo: cambió la actitud, le metió ganas, Carbonero fue eléctrico… igual no alcanzó. Algo cambió, no hubo chocolate, poco juego asociado y Nieto —el timón en tiempos no muy lejanos— fue un monumento a la mala toma de decisiones. La jaula de Rionegro fue demasiado.
Bye bye, Once. Raro, pero no injusto. Merecido lo de Águilas.
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