Va terminando la tercera temporada de Allegri en la Juventus y, más allá de las copas que levante, lo que más debe alegrar a Massimiliano es que este es un equipo de autor. De todas las Juventus que dirigió, la de este año es la que mejor lo representa.
La foto de Buffón alzando la Champions en Cardiff sería una de las imágenes de la historia del fútbol. También sería el retrato de la mejor temporada de la historia de la Juventus. Con el tiempo se hablará de los shows de Dybala contra el Barca y Alves contra el Mónaco, pero lo más justo será decir que todo aquello fue resultado de las decisiones y la ambición de un entrenador que, teniéndolo todo, no se conformó y quiso dar un paso al frente. Este artículo repasa el camino que recorrió Massimiliano Allegri para llegar a construir esta poderosa Juventus.
La semilla: la BBC
La Juve, entre Serie A y Champions, ha jugado 48 partidos en los que recibió un total de 29 goles (0.6 por partido). Una cifra espectacular. Si bien la solidez defensiva se explica por la entrega y el compromiso de todos los jugadores con la idea del entrenador, sería imposible desconocer la influencia que tienen los tres de atrás: Bonucci, Barzagli y Chiellini. Los tres centrales son jugadores que conocen a la perfección todos los secretos del oficio defensivo, que van con el corazón en la mano a cada pelota y que, además, llevan años jugando juntos. Su jerarquía y el arquerazo que los respalda son factores de peso que explican por qué la Juve tiene la mejor defensa de Europa.
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En la temporada 2010/11 la Juve fue una hemorragia en defensa. El equipo salió séptimo en Serie A y solo de local recibió 31 goles. La siguiente temporada, entonces, fue el punto de inflexión. No solo se inauguró el Juventus Stadium, sino que de la mano de Conte llegó también Andrea Barzagli, el integrante que le hacía falta a la BBC. Antes, en 2005 y 2010 habían llegado Chiellini y Bonucci, respectivamente. El primer partido que jugaron juntos los tres fue contra el Milan. Barzagli y Chiellini eran los centrales titulares; y para ese partido Conte metió a Bonucci y corrió a Chiellini al lateral izquierdo para reemplazar a Fabio Grosso. Sin saberlo, ese día Antonio puso el primer ladrillo de esta fortaleza defensiva.
Desde entonces la Juve no ha dejado de ganar el Scudetto y es el equipo de las grandes ligas que menos goles ha recibido.
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De la herencia al legado
Antonio Conte estuvo tres años en el club, ganó tres Scudettos y dos Supercopas de Italia. Lo más importante que dejó fue un modelo de juego consolidado. En el 2014 llegó Allegri. Sin querer estar por encima del contexto y los jugadores, el técnico entrante respetó la herencia de Conte. Buffón en el arco, la BBC, Lichtsteiner y Evra de laterales-carrileros, Pirlo de eje arropado por volantes de ida y vuelta y arriba dos delanteros rápidos y con mucho gol. Un 3-5-2 que funcionaba como un reloj. Ese año la Juve ganó la Copa, el Scudetto y llegó a la final de la Champions. Su verdugo fue el Barcelona de la MSN. No se podía pedir más.
La siguiente temporada se fueron nombres importantes, pero la fisionomía del equipo se mantuvo. Salieron Pirlo, Tévez y Vidal. Llegaron Higuaín y Dybala para tapar el hueco que dejó Carlitos. Marchisio ocupó el sitio de Pirlo, metiéndose entre los centrales y siendo el eje del sistema; sin ser lo que su antecesor, Claudio lo hizo de maravilla. La Juve volvió a surfear en Italia. Ganó el Scudetto sacándole nueve puntos al Napoli, la Copa y quedó eliminado en cuartos de Champions contra el Bayern. Un gol en el descuento de Müller volvió a truncar el sueño europeo.
Al inicio de la presente temporada Allegri mantuvo la fórmula, pero era el equipo mostró su versión más gris en años. Había motivos para entender el bajón colectivo. Marchisio se rompió el ligamento cruzado anterior y estuvo seis meses por fuera; Pogba fue traspasado al Manchester United; Morata volvió al Real Madrid; y Khedira entró en una espiral de problemas musculares. Sobre todo las lesiones de Chiellini y Barzagli hicieron complejo el escenario. Sin la BBC la línea de tres estaba condicionada.
La solución de momento fue mutar, según el rival, a un clásico 4-4-2. El equipo se agarró de la columna vertebral Buffón-Bonucci-Pjanic-Higuaín: liderazgo, seguridad, juego y goles. Adicionalmente, vino muy bien en esos meses de duda el excelente estado de forma de Cuadrado. Juan Guillermo mostró la mejor versión de su carrera. Comprometido para marcar y descarado para atacar. Italia volvió a ver al jugador que brilló en la Fiorentina. Junto a Alves o Lichtsteiner —sus socios en el lateral derecho— Cuadrado hizo desastres.
Sin embargo, Allegri sabía que su equipo ya no era el mismo. A principio de año, en la derrota 2-1 de visitante contra la ‘Fiore’, el equipo paró con línea de tres y jugó mal. Muy mal. Había algo que no estaba funcionando. Tocaba hacer ajustes. Contra la Lazio, una semana después, Massimiliano probó con línea de cuatro, Pjanic y Khedira de mediocentros, Cuadrado y Mandzukic abiertos y Dybala por detrás de Higuaín. La Juve ganó 2-0, pero lo más importante fue que algo hizo click en la cabeza del entrenador. Ese 22 de enero fue el día bisagra que marcó el futuro de la temporada.
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La nueva Juventus
El de hoy no es un equipo radicalmente distinto. No ha renunciado a su vocación de atacar por las bandas y el repliegue bajo para defender es igual de sólido; la manera como se desdoblan los volantes para aparecer con sorpresa sigue siendo un arma letal; la fortaleza del juego aéreo; el gusto del entrenador por jugar con un nueve de área: la Juve conserva los conceptos fundamentales de este ciclo ganador. No obstante, en el giro de tuerca que hizo Allegri contra la Lazio hay cambios y matices que vale la pena resaltar especialmente:
La banda derecha: Las decisiones del entrenador y la misma naturaleza ofensiva de los jugadores han hecho de la banda derecha una autopista de ataque. El equipo cuenta con los colmillos y el desborde de Cuadrado, Alves, Lichtsteiner y Pjaca. Además, Dybala ha armado una buena sociedad con Cuadrado y con Alves especialmente. La ‘Joya’ los busca para jugar de primera y triangular.
Pjanic-Khedira: La larga lesión de Marchisio y el cambio de sistema forzaron a Allegri a elegir a esta pareja en el mediocentro. Le ha funcionado muy bien. Para defender los dos comparten tareas. La sincronización en las ayudas a los centrales y los laterales es impecable. Por dentro la Juve es un candado. Para atacar, Pjanic hace de Pirlo. Se mete entre los centrales y hace de organizador. Mientras tanto, Khedira se desata y vemos su versión box-to-box. La del protagonista inesperado que ataca los espacios a placer.
Rol Dybala : La ‘Joya’ es el sello que diferencia a esta Juve de todas las que la anteceden. De enlace, detrás de Higuaín, con extremos desequilibrantes, cerca a Pjianic y con libertad total, Allegri ha creado el contexto ideal para que Dybala explote todo lo que tiene. Y terminó siendo lo que se sospechaba: un fenómeno. Lo tiene todo. Gol, gambeta, media distancia, asiste, se asocia bien, esconde el balón, aparece en días importantes, juega bien entre líneas. Es un iluminado, el Juventus Stadium está rendido a su pies. La 21 de Pirlo le queda de maravilla.
Mandzukic: El delantero croata representa el compromiso y la convicción de los jugadores con Allegri y su idea. A sus 30 años, con 488 partidos, 18 títulos, entre esos campeón de Europa con el Bayern, Mandzukic aceptó alejarse del área, para convertirse para sorpresa de todos: en el extremo menos extremo del mundo. Infatigable en su tarea de hacer la banda junto a Alex Sandro, corre como si tuviera 18 años. Simboliza el estado de ánimo de esta Juve aspirante al triplete. Esta Juve que no cree en nadie. Salvo en Massimiliano Allegri.
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Foto: followyoursport.com