Mónaco: el buen ‘nuevo rico’ (II parte)

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Después de contarles cuáles fueron las estrategias organizacionales que utilizó el Mónaco para construir este equipo sensacional, en esta segunda entrega le contamos acerca de su propuesta futbolística. Esta es una radiografía del Mónaco versión 2016-2017.

 

Hace casi un año Jardim terminó su segunda temporada como técnico del Mónaco a 31 puntos del PSG en la tabla de la Ligue 1. En la primera, la 2014/15, lo había hecho quedando en el tercer puesto a trece puntos del equipo de París. La situación era clara. Con urgencia, el Mónaco debía cortar de raíz la sensación de que la Ligue 1 se decidía antes de la primera fecha. Y para eso había que cambiar muchas cosas.

 

Sin embargo, ni en los mejores sueños de la aristocracia monaguesca se esperaba que a estas alturas el equipo estuviera en semifinales de Champions League y fuera puntero a cinco fechas del final de la Ligue 1. Antes de empezar la temporada el vicepresidente fue sincero: “No hemos renunciado a competir con el PSG, pero ganar la liga es difícil por el momento. El objetivo es igualar al menos los resultados del año pasado, para terminar entre los tres primeros […]. Nuestro sueño es ganar la Champions, pero está muy lejos. Será un viaje más largo de lo que teníamos pensado, al menos cinco años, pero estoy seguro de que llegaremos´

 

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La búsqueda del equipo

Cuando un equipo de fútbol termina sosteniendo una propuesta durante varios meses y alcanza niveles de juego cercanos a las excelencia, el imaginario colectivo cae en la trampa de olvidar las etapas previas: momentos de menos brillo, pero que le permitieron al entrenador descubrir todos los secretos de sus jugadores y lograr que su equipo jugara como él pretende.

 

Antes de dar con el equipo que hoy todos recitamos de memoria (Subasic; Sidibé, Jemerson, Glik, Mendy; Silva, Fabinho, Bakayoko, Lemar; Falcao y Mbappé), Jardim dio muchas vueltas:

 

La temporada empezó contra el Fenerbahce en la primera fase (repechaje) de la Champions League. Para entonces el portugués utilizó un 4-4-2 con Germain y Falcao en punta. En ese momento el marroquí Dirar era el volante por derecha y Raggi el lateral por ese lado.

 

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Foto: espncdn.com Falcao y Jardim. Capitán y entrenador, los jefes del barco.

 

Después el ‘Tigre’ se lesionó y Jardim tuvo que enfrentar la segunda eliminatoria contra el Villarreal y el inicio de liga sin su mayor referente. A eso se le sumó el dilema de tener que escoger entre Bernardo Silva, Moutinho y Dirar, dado que Bakayoko y Fabinho en el doble cinco y Lemar por banda ya eran fijos en la mitad de la cancha. El entrenador optó por un 4-2-3-1 con un solo punta y el Mónaco superó al Villarreal e inició con buen paso la Ligue 1. En la tercera fecha, en un excepcional partido, le ganó con autoridad 3-1 al PSG en el Luis II. Aquella tarde, los de Jardim dieron un primer aviso serio: en el principado algo importante se estaba cocinando.

 

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Falcao reapareció contra el Tottenham en la fase de grupos, pero Jardim siguió apostando por jugar con un solo punta. Sin embargo, una derrota traumática (4-0) contra el Niza fue el punto de inflexión. Aquel día el entrenador alineó a todos sus buenos volantes de buen pie y dejó a Falcao solo arriba. El equipo de Balotelli, que para entonces era el líder, le pasó por encima.

 

Aunque ya, en partidos anteriores, se había visto el primer esqueleto del Mónaco actual, en la espectacular victoria 7-0 contra Metz hubo dos teclas que sonaron con un tono especial: Bernardo Silva jugó de volante por derecha y el equipo jugó con Germain y el argentino Carrillo arriba, dos delanteros natos. Ya empezaban a crearse las sinergías entre los jugadores que hoy son rasgos de identidad del equipo.

 

En la jornada 10, en la victoria 6-2 frente al Montpellier, fue la primera vez que se juntó el equipo que hoy arrasa en Europa. Jardim no tenía duda de que había encontrado la ruta. Empezó a repetir nombres con la continuidad que no lo había hecho a inicio de temporada. Ni siquiera las derrotas abultadas contra el Leverkusen y el Lyon lo confundieron.

 

Solo faltaba un último piñón para que la maquina funcionara como ahora lo hace…

 

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Foto: deenganche.com Jardim y Pep. Con seguridad Guardiola no lo terminó queriendo tanto al portugués.

 

En la fecha 25, el Mónaco volvió a golear al Metz. Esa noche Falcao hizo dos y los otros tres los hizo un desconocido niño de 18 años que reemplazó a Germain. El colombiano y el joven Mbappé jugaron juntos arriba y lo hicieron de maravilla: una exhibición de poder ofensivo. En el siguiente partido, Germain volvió y el equipo empató contra el Bastia. Después vino la visita al Etihad que lo cambió todo. El entrenador se atrevió a poner a Mbappé en el día de la verdad y el equipo jugó un primer tiempo apoteósico. Mbappé se presentó ante el mundo… El once de gala estaba listo: el ‘Tigre’ y su guardería de cracks.

 

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Fisionomia del Mónaco

Al margen de virtudes, deficiencias y gustos, el entrenador de este equipo tiene el mérito de haber encontrado un funcionamiento estable y reconocible. Los rasgos de identidad del Mónaco son evidentes. Es un equipo que funciona con automatismos bastante aceitados, que tiene un poder ofensivo atronador, pero también, lagunas defensivas que deben corregirse: ha recibido 67 goles en 57 partidos, más de uno por partido.

 

Sin embargo ha logrado compensar ese déficit con un ataque temible: 143 goles en 67 partidos (2,7 por juego); es el segundo equipo más goleador de todo Europa. Este ritmo goleador se ha mantenido porque su modelo de juego se sustenta en volantes y laterales con una altísima capacidad de pasar al ataque. Entre Fabinho (11) Bernardo Silva (9), Lemar (12), Glik (7), Mendy (3), Bakayoko (3), Sidibé (3) suman 48 goles. Tantos volantes y laterales con talento ofensivo explican, en buena parte, la montaña de goles del Mónaco.

 

Las grandes virtudes ofensivas de este Mónaco son el juego por las bandas y una gran capacidad de los jugadores para explotar los espacios en las transiciones. Después de robar, el Mónaco se suelta como un rayo y ataca a la velocidad de la luz con doble pareja en banda: Mendy-Lemar por izquierda y Silva-Sidibé (Touré) por derecha. Los extremos, Lemar y Silva, suelen centrar un poco su posición para liberarle todo el pasillo a los laterales. El segundo gol contra el Borussia Dortmund en el partido de vuelta de cuartos de final es una foto perfecta de este movimiento.

 

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La pareja de mediocentros es la fortaleza del sistema. Bakayoko y Fabinho se han convertido en dos verdaderas aspiradoras. Su despliegue defensivo para robar y cerrarle espacios al rival es extraordinario. Bakayoko juega más cerca de los centrales y hace de volante tapón, Fabinho es el que se descuelga, conecta la mitad con los delanteros y llega al área.

 

Los centrales se complementan muy bien. Jemerson es un brasileño rápido, oportuno para cerrar y fuerte en los duelos. Glik, de más experiencia, es muy contundente para cabecear en ataque y defensa. El polaco es más tiempista y posicional. Ninguno de los dos es técnicamente prodigioso, pero desde el principio han sido la dupla de centrales que eligió Jardim. Su aportación al equipo no ha parado de crecer.

 

Ofensivamente, el Mónaco recuesta su juego por izquierda. Con el eje Mendy-Lemar-Mbappé se asegura un juego rápido con una asociación muy coordinada en carrera. Cuando el equipo desata sus piezas para contragolpear nos recuerda a la etapa de Klopp en el Dortmund. Contragolpes con un sentido y una armonía especial, anarquía y método. “El Mónaco es el equipo que mejor contragolpea en Europa”, dijo Guardiola.

 

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Con 18 años Mbappe es el segundo goleador del equipo. Toda Europa ya suspira por él.

 

Todo ese juego de velocidad y desborde por bandas desemboca en las garras de un rematador que es un maestro en el oficio. Jardim tiene mucho mérito en la temporada de Falcao y en su regreso como delantero de élite mundial. El entrenador construyó un hábitat ideal para sus características. El ‘Tigre’ es asistido con pelotas cruzadas y centros precisos en todos los partidos. Los movimientos de Radamel son caviar para jugadores como Lemar, Mendy, Silva, entre otros, que son lanzadores muy precisos.

 

Por último, el equipo logró subir dos escalones las posibilidades de su potencial ofensivo con la explosión de Mbappé. A nivel individual, no hay duda que ha nacido una estrella. La conexión entre él y Falcao le viene muy bien al equipo. Uno que ya lo sabe casi todo y otro que, si quiere, lo podrá aprender todo.

 

Este es un caso modélico de éxito que demuestra que un club moderno debe tener capacidad y orden en toda su pirámide organizacional. De la historia nadie vive. Hoy, el equipo monaguesco mira por el retrovisor a equipos grandes de Europa a los que parece habérseles olvidado cómo se hacen las cosas. Así es el Mónaco de Dmitri, Jardim y Falcao.

 

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